El gobierno que Macri representa va dejando lugares vacantes para construir política, pero la dirigencia alternativa parece embobada con la crítica a través de las redes sociales.

 

La “resistencia” es una práctica política cuyos límites son muy estrechos. Asfixia, cansa, sume en el desasosiego, resiente y, al final, produce una catatónica apatía. Desde la “resistencia” la fantasía de transformación desemboca en un escenario cuya referencia es, para los argentinos, concreta. El helicóptero, las calles incendiadas, son el único horizonte de quien sólo aguanta, porque quien sólo aguanta cede la construcción política al advenimiento de la explosión y el derrumbe, al paso feroz de la historia como horda y muerte.

El núcleo duro de la actual política económica es irresistible, no por su sensual atractivo, sino porque no se puede enfrentar. Se puede tomar un ministerio para reclamar por despidos. Se puede hacer un paro para pedir salarios. Pero, ¿cuál es la forma de reclamo para impedir una devaluación? ¿Quién entiende lo que implica que la tasa de interés del Banco Central ronde el 40% –un verdadero congelador de la producción real, una obscena fiesta financiera– y, luego, quién cree que se pueda convocar a una movilización bajo la consigna “¡Bajen la tasa ya!”? ¿Cómo se frena a una docena de gobernadores a quienes no les abrirán la billetera si no aprietan a sus diputados y senadores? ¿Qué se interpone a la apertura de importaciones, un boycott a la compra de pollo (sí, estamos importando pollos), quema de containers, qué?

Las principales medidas del macrismo ya fueron tomadas y no había forma de resistirlas, o no se pudo hallar. Llevan directo al desempleo y la recesión, combinadas, pero no se pueden enfrentar mientras suceden. El endeudamiento externo será utilizado para pagar a los Buitres y, luego y de lograrse, para reducir el déficit fiscal o extender la AUH. Es decir, gastos corrientes, insustentables, y no de infraestructura. La inflación se bajará gracias al licuamiento del poder adquisitivo, a los tarifazos y a los despidos, antes que por la supuesta política monetarista del Banco Central que chupa pesos como aspiradora. Salarios bajos, dedicados a pagar los servicios básicos y mantener al pariente despedido hacen que se gaste menos en cualquier otra cosa.

[quote_box_right]Quien sólo aguanta cede la construcción política al advenimiento de la explosión y el derrumbe, al paso feroz de la historia como horda y muerte[/quote_box_right]Tantas veces fue y seguirá siendo repetida esta cantinela que resulta asfixiante, sobre todo porque es cierta. Repetida: esta es una explicación sobre la política económica del macrismo que circula sobre todo, y con implacable insistencia, en las redes sociales. La dirigencia política de quienes buscan una alternativa al gobierno que Macri representa adolece de comportarse, también, como un mero indignado de Facebook. No conduce, va detrás, como reflejo, y tarde.

Recuérdese cómo la estrategia de la campaña de balotaje de Daniel Scioli estuvo en manos de los partisanos digitales. Jamás se vio un candidato tan vapuleado por su propia fuerza. Fue castigado antes de ser candidato, ninguneado cuando llegó a serlo y abiertamente menospreciado y criticado en la parte más caliente de la campaña electoral. Sin los partisanos digitales jamás hubiera llegado al 49% de los votos.

Los partisanos digitales saben esto perfectamente. Solitarios o encolumnados en cientos de páginas de Facebook, los partisanos trocaron en indignados. Diariamente nutren las redes sociales de variadas denuncias, reflexiones, informaciones y videos. Todas son muy valiosas, probablemente este texto forme parte de ese paquete.

[quote_box_right]La dirigencia política de quienes buscan una alternativa al gobierno que Macri representa adolece de comportarse, también, como un mero indignado de Facebook. No conduce, va detrás, como reflejo, y tarde.[/quote_box_right]Que los ciudadanos testimonien, reflexionen y analicen activamente las transformaciones de su realidad tiene un valor incalculable. Horadan la piedra de los que no escuchan su bolsillo y de quienes dicen que, cualquiera hubiera sido el resultado en 2015, en 2016 se hubieran tomado las mismas decisiones. Hete allí un perfecto engañapichanga. El votante macrista utiliza ese escudo para justificar su elección: Scioli hubiera actuado igual, fijáos en sus economistas, en el voto kirchnerista a favor de los Buitres. En verdad, ese votante macrista sabe que ese es su último recurso y que más allá de eso no puede decir nada sin caer en la vergüenza, es decir, en reconocerse a sí mismo como un sujeto sin argumento. Arrinconarlo, entonces, sirve de poco; su propio bolsillo lo hará y en un ratito, como en el 97 con Menem, nadie habrá votado a Macri.

Lo patético es que los supuestos dirigentes de una alternativa al macrismo sean quienes lo arrinconen, que obren en la misma posición que un adherente indignado. Exhiben inutilidad e impotencia. Rebajan la actividad política a la de panelista de TV, sea online o sea en una plaza. El sayo no le cabe sólo a la dirigencia del kirchnerismo. La alternativa al macrismo le cabe a algunos radicales, al grueso del socialismo, a las organizaciones de izquierda e independientes, a los gremios y orgas territoriales y sociales, a todo el arco que cayó dentro del 49% y que supera ampliamente al 37% que obtuvo Scioli en la primera vuelta.

Experiencia de noventista: donde no hay una respuesta hay que producirla. La falta de respuesta de los sindicatos devino en el movimiento piquetero y en la recuperación de fábricas. La ausencia de políticas sociales devino en las ollas populares, en los postulados del Frente Nacional contra la Pobreza y en un sinnúmero de ONG, algunas horrendas, otras imprescindibles para que cientos de miles de argentinos no se mueran. La pelada falta de dinero se convirtió en mercados informales de autosustento, o clubes de trueque. La carencia de vivienda generó las ocupaciones organizadas de ocupantes e inquilinos. La impunidad de los genocidas indultados engendró una consigna y una práctica “donde no hay justicia, hay escrache”.

[quote_box_right]Acaso, en una expresión más elegante, la alternativa es hacer, con urgencia, la política allí donde el Estado se retrae y deja el lugar vacante[/quote_box_right]Hay mil experiencias más, cada uno recordará las propias. Pero, antes, cortemos el regodeo del análisis político. No se trata de generar nuevas prácticas para construir una nueva hegemonía, no se trata de estudiar el tablero para avizorar desde dónde sale mejor un contragolpe. No, antes, mucho antes, se trata de salir de la queja haciendo política para detener o morigerar aunque sea un poco el aumento acelerado de la muerte. Eso quiere decir “aumentó la pobreza”. Quiere decir: hay más muerte, y peor vida de quienes sobreviven. ¿Se entiende? Importa nada quién o cuál sea el actor que sobrevenga al gobierno que representa Macri. Lo que importa es cómo hoy la muerte aumenta con un ritmo y aceleración que no se daba desde hace más de una década.

Cuesta volver a mover el culo. El kirchnerismo produjo dos identidades, la segunda solapó y diluyó a la primera. La primera se sustentaba en la vieja consigna de “salir del infierno con lo nuestro”. Se apelaba a un esfuerzo solidario de independencia nacional. Se interpelaba a una argentinidad violada. Pero la segunda identidad fue mucho más mercantil: el sujeto kirchnerista como consumidor feliz, como beneficiario o derechohabiente. Aire acondicionado y Conectar Igualdad, consumo y Estado. Ese sujeto es pasivo, no alcanza a ser, nunca, un sujeto que no deje de pensar en más, pero para sí mismo. Ese sujeto olvida. Ese sujeto traduce sus avances materiales como resultado de su esfuerzo individual: sólo estamos habilitados a habitar los nuevos placeres si sentimos que hemos pagado por ellos. Desde esa segunda identidad se menospreciaron a esas prácticas que le buscaban la vuelta a la retracción del Estado durante el neoliberalismo rampante. El Estado volvió, se decía, ya no son más necesarias esas organizaciones autonomistas, que joden . Ahí, una doble derrota: ni la vuelta del Estado se experimentaba como algo necesario para el sostener el consumo individual –y, entonces, un almacenero de barrio que le vendía a quienes cobraban el Progresar deseaba que los negros se vayan a laburar–, ni las acciones de militancia independientes o paralelas al Estado fueron debidamente valoradas, antes que repudiadas por cosa de trosco.

Bueno, ahora el Estado se fue, de nuevo.

Cuesta volver a mover el culo. Tras 12 años de trabajoso avance del Estado, la enorme mayoría de la saliente dirigencia técnica de la nueva burocracia, y de la militancia de a pie, no tiene la mínima experiencia de lo que es habitar la Siberia. Y en cuatro meses la tundra se abrió en toda su intemperie.

[quote_box_right]Se trata de salir de la queja haciendo política para detener o morigerar aunque sea un poco el aumento acelerado de la muerte[/quote_box_right]Programáticamente: la actual respuesta a un aumento del gas no es el lloriqueo, es la compra de gas en tonelada y su distribución en garrafa, sin costo patronal. Al ataque a la soberanía alimentaria se le opone la coordinación entre productores y consumidores para saltear a los formadores de precios. Al cierre de una planta se le impone la toma de la planta y la recuperación de la fábrica.

Acaso, en una expresión más elegante, la alternativa es hacer, con urgencia, la política allí donde el Estado se retrae y deja el lugar vacante. En el mínimo nivel de una copa de leche, en el máximo organizativo de una cooperativa y un movimiento.

Está claro que una de esas vacancias está en la producción de discurso: la televisión opera en bloque como portavoz de su gobierno, el que Macri representa en el Estado. Sin embargo, esa no es la única vacancia y, además, los antiguos partisanos y actuales indignados –la identidad periodística que late en cualquier usuario de redes sociales– cubren con la mayor efectividad y el máximo volumen la cuota necesaria de debate y agite que el momento requiere.

Esos indignados de a poco se irán asfixiando si la dirigencia no asume la creación de política en los agujeros que está produciendo la retracción del Estado. La advertencia, no obstante, habla más de la conducción que de los indignados. Porque esa conducción inoperante –la kirchnerista, la socialista, la (poca) radical, la independiente, la izquierdista– es la que se va disolver si no asume la tarea de salir a la calle y organizar, antes que pasarse las horas arengado en el Facebook.

Dejar respuesta

Por favor, ¡ingresa tu comentario!
Por favor, ingresa tu nombre aquí