Por María Claudia Albornoz, Foro Santa Fe Contra la Trata

El miedo es la constante en la vida de las mujeres, nos crían con miedo. “Cuidate cuando vas a la escuela”, “cuidate en la calle”, “cuidate en el boliche”, “cuidate en la playa”.

Cuidate: como si la responsabilidad de lo que nos pasa fuera nuestra y  no de los que nos violan, abusan o matan.

Como en el Gineceo de las griegas, la casa parecería ser el único lugar seguro, hasta que nos damos cuenta de que también es un lugar peligroso, donde también hay abusos y también hay golpes. Para terminar con el miedo muchas mujeres nos organizamos, salimos a la calle, denunciamos, nos ponemos de pie y enfrentamos el machismo enquistado en los organismos del Estado, en los gobiernos y en la justicia. El poder del Estado está identificado con el poder y la racionalidad masculinos. Las normas y el derecho son masculinos, por cuanto las realidades que se presumen objetivas son creadas a partir de lo masculino, por lo que solo pueden atender a sus intereses y necesidades. Tanto el derecho como el Estado ven y tratan a las mujeres como lo hacen los varones; construyen sus sistemas jurídicos y el orden social según el interés de los varones.

Y por eso organizamos la resistencia. La mujeres generamos a lo largo de 31 años un movimiento que crece y crece, el Encuentro Nacional de Mujeres de Argentina es único en el mundo. Nos junta en manada a deliberar, debatir, abrazarnos y reconocernos en una lucha común para romper las cadenas de siglos de opresión. En el Encuentro no tenemos miedo, salimos a las plazas, a las aulas y a la calle, hermanadas trazando estrategias para ser más felices  y libres.

Este año tocó Rosario, ciudad marcada por el narcotráfico y la desaparición de mujeres que queda tapada por un delito que a esta sociedad le preocupa más, la guerra de los que hacen negocios con las drogas. Copamos con más de 70.000 compañeras los talleres del Encuentro, no de una manera uniforme, con  diferencias pero sin miedo.

Nosotras fuimos 120.000 cantando, pintando paredes, rebeladas ante tanta muerte y cosificación. En el otro extremo, en lo privado de un edificio religioso, nos esperaban balas y  represión como en el Encuentro anterior en Mar del Plata. ¿Será que el pacto entre varones, ese ADN masculino del Estado como nos enseñó Rita Segato, se siente amenazado y nos quiere disciplinar? Nos quieren con miedo para que sea más fácil dominarnos, hacen una explotación de ese miedo para dejarnos paralizadas. Nosotras respondemos con tetas al aire y rebelión. “Nos tienen miedo porque no tenemos miedo”.

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