El glifosato es el que mata, no el saber

Damián Verzeñassi.

La divulgación internacional de los datos producidos por la UNR sobre malformaciones, cáncer y otros males en los pueblos fumigados desató una inusual persecución pública.

El primero de los 27 campamentos sanitarios organizados por la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario fue en el 2010. Los campamentos son el método de evaluación final de los estudiantes de medicina y están organizados por el Instituto y la cátedra de Salud Socioambiental, coordinados por el doctor Damián Verzeñassi. Una encuesta aplicada durante estos campamentos muestra altísimas tasas de cáncer, malformaciones congénitas y abortos no deseados en las poblaciones que fueron visitadas, que casi en su totalidad están rodeadas de cultivos transgénicos dependientes del glifosato, cuando no tienen plantas de procesamiento que hacen de la vida una continua inhalación de toxinas. Por los resultados obtenidos en esas encuestas, Verzeñassi fue convocado en octubre al Tribunal Internacional Monsanto, un encuentro enmarcado institucionalmente en la Corte Penal Internacional de La Haya. Allí Verzeñassi se preguntó “¿Por qué la coincidencia en 27 ciudades distintas de provincias diferentes, con los mismos problemas de salud?”.

El complejo de exportación de cereales y derivados vendió un total de 158 mil millones de dólares desde 2010, cuando comenzaron los campamentos sanitarios, a octubre de 2016. Ese es el porqué de la coincidencia y, también, de la persecución que se desató contra Verzeñassi y sus colegas desde que la difusión de una parte mínima de los datos provocara un revuelo internacional.

Cadenas a las pruebas

Mientras Verzeñassi estaba en La Haya, dos integrantes de su equipo fueron removidos de sus cargos en la gestión de la Facultad: el secretario de Extensión, Gastón Palacios, y la subsecretaria de Bienestar Estudiantil, Giovana Bonisoli, quien coordina junto a Verzeñassi la cátedra de Salud Socioambiental.

[quote_box_right]Algunas cifras

En total se realizaron 23 campamentos en Santa Fe, dos en Entre Ríos, uno en Córdoba y uno en Buenos Aires. El número 28 será en Timbúes, del 28 de noviembre al 2 de diciembre. Asisten a cada campamento entre 90 y 150 estudiantes de medicina.

“Algunas autoridades menospreciaron o denostaron nuestro trabajo como si fuese una cuestión personal. No tuvieron en cuenta que este es un trabajo que hacen los estudiantes que están a punto de recibirse”, lamentó Verzeñassi.

En total, a la fecha se encuestaron 96.874 personas de un universo de 151.799. Entre otros datos, en el sur de Santa Fe las tasas de cáncer oscilan entre 211,7 y 713,7 casos cada 100 mil habitantes, siendo la media nacional de 206 casos cada 100 mil habitantes. El cáncer es la primera causa de muerte en 25 de las 27 localidades relevadas, cuando la norma es que la primera causa sean las patologías cardiovasculares.

En algunas localidades los abortos espontáneos aumentaron de 5,8 cada 100 embarazadas (período 1995 a 1999) a 11,5 (2010 a 2014). En otras, subieron de 6 a 22,5. Con las malformaciones congénitas sucede lo mismo: las tasas se duplican en el tiempo.

[/quote_box_right]El viernes 30 de octubre fueron encadenadas las puertas de la oficina donde se encuentra toda la prueba documental de los campamentos sanitarios, decenas de miles de encuestas guardadas en cajas y rotuladas. La orden superior nunca fue avalada o desmentida públicamente con claridad por el decano de Medicina, Ricardo Nidd. El domingo 6 de noviembre la tapa de Rosario/12 fue la foto de la puerta clausurada, y allí se desató el escándalo.

“Las presiones que se recibieron en la Facultad a partir del impacto que tuvo nuestra participación en el Tribunal Internacional Monsanto no deben haber sido pocas. Todo tipo de presiones de quienes deberían estar preocupados por cómo garantizar políticas para cuidar la salud de la población y, en vez de realizar eso, están preocupados porque no se hable mal de lo que ellos hacen y piden por favor que se calle al mensajero”, señaló Verzeñassi a Pausa.

—¿Cómo justificaron las autoridades el uso de las cadenas?

—Justificación no hubo ninguna. Al principio se negó el hecho y después se reconoció que sí, que se habían puesto las cadenas, pero que se las habían sacado rápido, aunque a nosotros no nos dejaron entrar hasta este martes 8 a la oficina, y con vigilancia. Gracias a la solidaridad y a la movilización de apoyo que vino de todos lados, de manera extraordinaria, el martes pudimos recuperar el material, hacer un inventario con el abogado de la Facultad y trasladarlo a la oficina donde hoy está.

Temor al saber

Ese mismo martes 8 el Ministerio de Salud de la Provincia difundió un inusual comunicado atacando directamente a Verzeñassi. “Desconocemos la estrategia utilizada para obtener esas opiniones, reclamamos responsabilidad a la hora de referirse a un tema tan sensible”, expresa allí el ministro Miguel González. “Lamentamos mucho que se utilice el nombre de unidades académicas para difundir un informe temerario del que solo conocemos las conclusiones y no la metodología científica empleada para llegar a esos datos”, agrega el texto oficial.

A los pocos días, por LT10, González puso en duda la catalogación de la Organización Mundial de la Salud sobre el glifosato como potencial cancerígeno: “nosotros no nos metemos en la controversia si el agroquímico es potencialmente cancerígeno o no. Lo que estamos cuestionando es el modo en el que se hizo el estudio y los resultados cuantitativos al cual arriba. Les cuento que el Instituto Nacional del Cáncer avaló los números que maneja nuestro ministerio”. “Es mentira que excedamos dos o tres veces las tasas nacionales de cáncer. Nosotros entendemos que muchos agrotóxicos tienen potencialidad cancerígena. El tema es cuánta incidencia tiene y si es diferente a la de otros puntos del país”, consideró el ministro.

“Nuestro objetivo no es polemizar con el ministro ni con el Ministerio de Salud”, aclaró Verzeñassi a Pausa. “Nuestro objetivo es que la Universidad pública cumpla su rol de estar al servicio de la gente, al servicio del pueblo, no de un gobierno o de una empresa, para empezar. Si un ministro de Salud, o de lo que sea, tiene diferencias con los resultados de nuestro trabajo, lo importante sería en principio sentarnos a ver cómo es, a charlar tranquilos, a contarnos cómo hacemos lo que hacemos y por qué, para quizás a partir de ahí entender los resultados. Uno no puede entender los resultados sin conocer el proceso”, explicó el docente.

—Cuando empezaron en 2010 con los campamentos, ¿contaban con el apoyo del Ministerio de Salud?

—Los primeros campamentos se hicieron en conjunto con el Ministerio, coordinando la logística a través del Ministerio, a través de los referentes de los nodos de Salud. Tuvimos diferencias respecto a que desde el Ministerio nos pedían que no dijéramos los resultados de los campamentos. Nosotros planteamos que en el sustento teórico de los campamentos al final está la devolución hacia la comunidad de los resultados. Entonces, no pudimos seguir juntos en el trabajo.

—¿Qué reacción tienen las autoridades de las localidades que reciben los campamentos?

—Nosotros hacemos el campamento donde el intendente nos pide. Nosotros vamos a una localidad a hacer un campamento porque el intendente está preocupado en saber qué es lo que le pasa a la salud de su población. Tiene una necesidad de saber que no le satisface nadie y por eso el campamento sanitario es tan importante.

 

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