La demolición del trabajo registrado industrial, clave de la flexibilización

Desde que asumió Mauricio Macri se destruyó el 0,9% del trabajo privado registrado. En la industria fue mucho peor: el 5,3% del personal registrado perdió su puesto. Por qué la desindustrialización es el camino a la flexibilización laboral.

Organizados, disciplinados, cualificados. Con horarios y rutinas fijas, con mejora continua, capacitados. Con gremios de muchísima historia, con delegados de base. Con cierto grado de pluralidad política, con intervención de la izquierda. Con muy buenos salarios, tanto que pagan ganancias. Los trabajadores industriales registrados del sector privado son parte de la crema de la clase trabajadora. También, son un sector muy afectado por el nuevo modelo económico, que hoy avanza campante hacia la destrucción de los derechos ganados por todos los obreros.

Las características de los trabajadores del sector industrial son, por supuesto, absolutamente independientes de la catadura moral y política de sus eventuales conducciones sindicales superiores, que dejaron avanzar sin reparo alguno, más preocupadas por evitar los Tribunales que por otra cosa, el proceso de destrucción y precarización del trabajo. Serán recordadas del mismo modo que las conducciones entregadoras de principios de los 90. La flexibilización laboral nunca es una imposición que baja desde la ley hacia la población: es siempre el pasaje a la letra de los abusos que los empleadores ya están produciendo sobre sus trabajadores, en función de las posibilidades del contexto.

Así, el rechazo de la ley antidespidos y la abierta indiferencia del Ministerio de Trabajo ante los conflictos laborales, cuando no su apoyo a las patronales con represión y todo, se evidencian en sus efectos en las cifras que el propio Ministerio provee respecto del trabajo registrado privado, el "empleo de calidad", como le gusta decir al gobierno.

Cabe destacar que las cifras están expresadas en términos absolutos y no relativos: el mercado laboral, por el mero crecimiento de la población, aumenta alrededor de un 1% por año. Esto quiere decir que sólo a los efectos de mantener el nivel de empleo, la cantidad absoluta de trabajadores registrados tiene que aumentar un 1% por año. Pues bien: desde la llegada de Cambiemos no sólo no aumenta, sino que cae.

Como se puede observar, el trabajo registrado en general tuvo sus oscilaciones habituales –hacia la baja en invierno, hacia arriba en el verano–, quedando todavía por debajo de su pico en noviembre de 2015, pero con perspectivas de igualar esa punta, o aproximarse, hacia fines de este año. Distinto es el caso del trabajo industrial, pulverizado por la política económica inaugurada en diciembre de 2015: su baja es continua, llegando a niveles de julio de 2010. Son siete años perdidos de generación de empleo de calidad.

Otro punto son aquellos trabajos registrados perdidos en los sectores que mayores beneficios impositivos recibieron en el exacto día después de la asunción de Mauricio Macri: el campo y la minería, que no pagan más retenciones. Si la industria lleva perdido el 89% del trabajo registrado creado entre enero de 2009 y noviembre de 2015, en el campo y la minería esa destrucción llega al ¡1254%! Puesto en personas, 1.150 argentinos del campo o las minas habían pasado a estar en blanco entre enero de 2009 y noviembre de 2015. Llegó el nuevo gobierno y 14.426 argentinos de ese sector perdieron ese estatus laboral.

Es fácil de explicar, entonces, por qué está abierto el campo para la flexibilización laboral: el miedo a perder el trabajo, el miedo a ser precarizado y pasar a estar negro y la traición sindical alcanzan para que las patronales hagan lo que quieran con los derechos de los trabajadores.

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