Basado en hechos reales

Foto: Emiliano Rico

“Episodios criminales”, la docu-serie santafesina que llevó a la pantalla casos policiales santafesinos impresionantes que van desde desapariciones en la ciudad hasta canibalismo en la isla.

“Nosotros lo único que queremos hacer en la vida es filmar”, dijo Baltasar Albretch al teléfono con Pausa el mismo día que se estrenó el capítulo del caníbal. Cuando habló de “nosotros” incluyó a Gastón del Porto, co-director y guionista de la serie y también al gran conjunto de trabajadores que supone un rodaje. Que la producción consiguió de todo, que la fotografía quedó increíble, que la música levanta muchísimo el nivel del resultado. Desde el primer minuto de la llamada grupal de WhatsApp hasta que se cortó, se charló sobre lo importante que fue y es el trabajo técnico.

Del Porto no dejó de remarcar en este sentido que tanto él como su compañero codirector reniegan “cuando a veces se habla de ‘la serie de’ en referencia a los directores, la serie es de todo el equipo que trabajó.” No son menos de 30 personas las que se ven directamente involucradas en un proceso de filmación, entre producción, técnicos, elenco y el personal que colabora quizás más de costado, como ser algún que otro almacenero o cualquier negocio en el que haya que comprar lo que haga falta, una vasija, un ramo de flores, una sierra. Son empresas con todas las letras, que rara vez tienen la suerte de que aparezcan inversores a bancarlas.

En la charla surge, lógico, lo bien que vendría una ley de mecenazgo (postergada en la provincia desde hace varios años), cuánto cuesta dimensionar lo productiva que podría ser la industria del cine y lo que demora un proyecto en llegar a los ojos del público: “Entre la primera idea y ahora, pasaron seis años”, agrega Baltasar Albretch, que hace memoria y enlista todos los concursos a los que tuvieron que presentarse con Episodios Criminales (Espacio Santafesino, Fondo Nacional de las Artes, al INCAA…), todo con el objetivo de conseguir financiación. Y por si te quedás con ganas, después hay que ver el tema de la distribución: “Hace dos años ya podríamos haber estrenado”.

Al final, pudieron estrenar por Contar, la plataforma de video online y televisión en vivo de la Secretaría de medios y comunicación pública. El acceso es gratuito, solo hay que hacerse una cuenta y ya se pueden ver contenidos de todos los canales públicos, también lo que forme parte del BACUA (Banco de contenidos universales argentinos) y eventos culturales hechos en el CCK.

Mezclando las aguas

Una de las primeras decisiones fue la de “definir” el género que se iba a ensayar: “Cuando nos encontramos como proyectos como estos que están basados en hechos reales y van a tener una pata documental, nos interesa agregarle condimentos de ficción para construir una narrativa en la que, de otra forma, nos estaría faltando algo”. Al avanzar con la investigación del caso que prendió la mecha, el del Caníbal del Paraná, a Albretch y Del Porto no les quedó otra que complementar los escasos registros de hace más de 70 años con la representación actoral y la recreación de algunos documentos, como fotos y audios: algunas veces aprovechando al elenco mismo, otras restaurando algún que otro retrato original o recortes de diarios de la época, como El Orden, un matutino de la ciudad que se editó entre 1927 y 1955.

En este sentido, el trabajo del VFX de Lucio Azcurrain y Marcos Martínez en combinación con el del Colorista (y Gaffer) Maximiliano Wendler y los montajistas, que fueron también Albretch y Del Porto, consiguieron que esta primera temporada tenga su estética definida. Desde la intro, pasando por algunas tomas y en la resolución documental, Episodios criminales mide muy bien con otros thrillers policiales contemporáneos como la reciente Monzón o, un toque más allá, orbitando en torno a una Mindhunter o un True detective.

Una imagen del episodio “Crimen en el juzgado de paz”. Foto: Emiliano Rico

“Otra cosa que nos pasaba –agrega Albretch- es que por ahí teníamos muchas tomas a las que no les encontrábamos la vuelta, muy estáticas o por ahí lentas, que cuando llegó la música las potenció muchísimo”. Esta parte del crédito es de Mauricio Bernal, pero en total también corresponde a Ariel Gaspoz, Alan Valsangiácomo y Agustín Pagliuca, el equipo de sonido que consigue sostener la tensión cuando no se sabe qué va a pasar pero también deja respirar cuando hablan los entrevistados (periodistas, médicos forenses, criminalistas) y también cuando la voz en off de Alberto Ajaka nos explica el contexto y narra ahí donde hace falta.

Punto por punto, Episodios criminales se destaca desde los autores y los actores, por su producción (Paula Rodríguez) ambientando la isla, la ciudad y el campo santafesino; igual de valioso que todo el equipo técnico nombrado y el que falta: la fotografía (Claudio Perín, Juan Gervasoni, Lautaro Martínez) que hace sus aportes a la construcción de los personajes, lo mismo que el arte: su directora fue Victoria Sáez y como asistente estuvo Cristian Barbagelata, vestuario por Luz Marina García y Victoria Borghini y el maquillaje por Marcelo Benítez.

Pescadores de historias

Una camiseta blanca enrojeciendo de sangre, unos zapatos hundiéndose en la Laguna Setúbal, los cambios de personalidad del asesino de Clucellas a medida que va confesando, cada capítulo de esta primera temporada tiene de esos momentos que se graban en la retina. Algunos detalles son tan retorcidos que parecerían haber sido guionados: en el caso del caníbal, por ejemplo, el acusado decía seguir las órdenes del “Dios Horario, que contiene al tiempo… y el tiempo es todo, señor, es mi presidente”.

Sobre este personaje en particular, Del Porto contó que les “interesaba la psiquis y el delirio psicótico de este tipo”, por lo que se puso especial énfasis en afinar el trabajo con los actores: “Ponemos mucho hincapié en la dirección actoral porque queremos despojar al actor de toda información. Teníamos bien claro lo que queríamos de cada personaje y se los hacíamos saber, me parece que es un error recurrente el dejar que el actor delire, porque llega un momento en el que se pone en el rol de narrador, que es justamente lo que nosotros hacemos al guionar. Entonces tratamos de que se convenzan de que son estos personajes”.

El triple crimen de Estación Clucellas, un episodio que retrata los cambios de personalidad del asesino. Foto: Emiliano Rico

El resultado de esta meticulosidad es un tono muy parejo durante toda la temporada, completa Albretch: “Muchas veces se piensa que en la improvisación y en el ‘dejar ser’ al actor se está dotando de realismo a la escena y no, nosotros creemos que eso se logra en el trabajo fino de escribir diálogos, releerlos y rescribirlos.”

Más allá de eso, las historias tienen un peso propio más que suficiente, entre los delirios de un hombre que mata en nombre del dios del tiempo, secuestros orquestados por la mafia siciliana en pleno litoral y reparando con justeza en las técnicas que la policía de ese entonces todavía no tenía: no había ni identificación por huellas digitales, menos que menos por ADN. En esto ayudan mucho las intervenciones de algunos especialistas como la Licenciada en Criminalística Olga Fernández Chavez o periodistas policiales como José Luis Pagés y Danilo Chiapello.

Ya con los cuatro episodios (“El Caníbal”, “El triple crimen de Estación Clucellas”, “Crimen en el juzgado de paz” y “Secuestro y muerte de Abel Ayerza”) estrenados y listos para ver por Contar, el equipo de realizadores no se resigna por la crisis y ya trabaja en la segunda temporada.

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