Reglas viejas para un mundo nuevo

Ayer negaban el virus, hoy discuten las vacunas. El año electoral se presta a la confusión.

En pleno año electoral, los negacionistas de la pandemia vuelven a la carga contra las medidas de cuidado.

Las cifras del coronavirus son terribles: casi cinco millones de contagios y 100 mil personas muertas en la Argentina en solo 15 meses. Una tragedia inédita que golpea al mundo entero y que está castigando con fuerza a nuestro país. Ni siquiera en la peor hora, cuando está en riesgo la salud colectiva, los negacionistas de la pandemia se llaman a silencio.

Ayer negaban el virus; hoy militan contra la “ideología” de las vacunas. Pretenden que la economía funcione con normalidad, reniegan de las medidas de cuidado y discuten toda evidencia científica, pero no quieren que miles y miles de personas se contagien y mueran. En el fondo, piden reglas viejas para un mundo nuevo. Niegan la irrupción de un factor que alteró la vida global por completo: la pandemia.

Casi cuatro millones de personas murieron en el mundo por coronavirus, 100 mil en la Argentina. Sin observar el primer dato y montándose sobre el segundo, los negacionistas de la pandemia buscan instalar la idea de que las cosas se están haciendo mal o, peor aún, que no se puede hacer nada. Sin embargo, las políticas públicas que se dispusieron en el país a partir de marzo de 2020 sí dieron resultado; lo cierto es que podríamos estar mucho peor que ahora.

Una rápida comparación estadística puede ayudar a poner las cosas su lugar:

• En la región, Argentina es el cuarto país en cantidad de muertos por millón de habitantes, superado por Perú, Brasil y Colombia. Perú triplica la tasa de mortalidad de la Argentina. En 2020 nuestro país había terminado en segundo lugar; este año hay una clara mejora en ese indicador.

• Países que acumulan una cantidad de contagios similar a la de Argentina (Reino Unido, Italia y Colombia) han sufrido una mayor cantidad de decesos: 129 mil, 127 mil y 110 mil, respectivamente.

• Junto a México y Cuba, Argentina es el único país de Latinoamérica que ya está produciendo vacunas contra el coronavirus.

Datos de Santa Fe

En la provincia de Santa Fe ya se vacunaron un millón y medio de personas en los primeros seis meses de la puesta en marcha del Plan Nacional. “La provincia está cerca de llegar a dos millones de personas inscriptas, eso habla de la confianza de la gente. La perspectiva de la llegada de más vacunas en lo que resta de julio y agosto es alentadora”, valoró el gobernador Omar Perotti.

Con las dificultades propias de un mundo tensionado, la Argentina pudo insertarse con inteligencia en el mercado de las vacunas y el ritmo de las aplicaciones fue creciendo sostenidamente en el tiempo. Durante junio hubo récord de vacunación en todo el país y se espera poder sostener el ritmo a partir del acuerdo con Sinopharm por 24 millones de dosis para los meses de julio, agosto y septiembre.

Todas las barrabasadas sobre el Covid

En la provincia de Santa Fe se otorgaron 215 mil turnos en una sola semana (del 28 de junio al 4 de julio) y alrededor de 800 mil turnos a lo largo de junio, hasta ahora el mes récord desde el comienzo del Plan de Vacunación.

El 48% de la población de la ciudad de Santa Fe ya fue inoculada con al menos una dosis en las primeras 26 semanas de la campaña de vacunación: son 205.798 personas según el último informe del Sistema Integrado de Información Sanitaria Argentino (SISA), del Ministerio de Salud de la Nación, publicado el domingo 4 de julio de 2021. Además, 48.432 personas (11,3% de la población) ya recibieron las dos dosis.

Negacionismo

Las restricciones más estrictas que se aplicaron desde mayo debido al pico de la segunda ola de contagios y el avance de la campaña de vacunación han dado resultados. Como ocurrió en casi todo el país, el sistema sanitario de Santa Fe estuvo al borde del colapso. Durante semanas los hospitales y sanatorios estuvieron atiborrados. Las terapias se expandieron y pudieron contener los casos más graves, pero las cifras de muertes y de contagios dan cuenta de la gravedad real de la situación.

Impávidos ante el dolor y la muerte, ciegos a la estadística, ocupados en la rosca chiquita del poder, envilecidos por sus propias mentiras, los negacionistas de la pandemia están lanzados a una peligrosa cruzada que amenaza a toda la sociedad y que cobra ribetes más grotescos a medida que avanza el año electoral.

Siembran desinformación, mentiras y dudas donde más se necesitan la claridad y las certezas. Todo por un voto. Ni el clamor del personal de salud, ni el dolor de las familias que han pedido a un ser querido, logran conmoverlos. Todo se reduce a un juego de especulaciones políticas. Creen que avanzan casilleros, cuando todas y todos retrocedemos por su irresponsabilidad.

Primero negaron la gravedad del coronavirus, después armaron las marchas anticuarentena para arrancarle flexibilizaciones a un gobierno que por momentos cedió demasiado. Ahora discuten la calidad de cada vacuna como si eligieran caramelos en un kiosco.

Son la expresión más decadente de una elite que conserva un amplio poder de fuego pero perdió el mando político. No les importa la vida de los otros, ni la tarea de los médicos, ni el sufrimiento de los enfermos. Mucho menos el sacrificio diario de las personas realmente afectadas por las restricciones, a quienes pretenden representar con sus pataleos. El único objetivo que persiguen es horadar el abordaje de una crisis sanitaria inédita con sus sus zócalos de televisión por cable.

Desde las terapias intensivas de todo el país nos ruegan cuidarnos. ¿Quieren acaso otras 100 mil muertes? ¿Alguna vez se van a hacer cargo de todo el daño que generan?

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