Luciano De Cecco ya es uno de los máximos referentes de la historia del vóley argentino. Su consagración en Tokio es motivo de orgullo para la familia de Gimnasia y Esgrima, el club donde dio sus primeros pasos.

Luciano De Cecco fue elegido como mejor armador de los Juegos Olímpicos de Tokio. El santafesino fue el único jugador de la Selección argentina de vóley en ser incluido en el equipo ideal de los Juegos disputados en Japón, ya que los otros integrantes de esa formación pertenecen a las selecciones que disputaron la final: Francia, ganadora de la medalla dorada, y Rusia, que se quedó con la plateada. Quizás la medalla de bronce y el reconocimiento en este equipo ideal de los Juegos Olímpicos alcance para darle la verdadera dimensión al deportista santafesino.

Cuenta Luciano que apenas agarró el teléfono “después de ganar ese partido inolvidable tenía infinidad de mensajes: gente muy querida que lloraba emocionada, pasada de vueltas en plena madrugada. Habíamos hecho felices a otros. Eso es muy grande para mí. Vale muchísimo. Lo que muchos me enviaron fueron las fotos posteriores al bloqueo de Agustín Loser. Hoy ni siquiera me acuerdo dónde cayó esa pelota. Recuerdo haberme dicho: ‘¡La puta madre! ¿Qué hicimos?’. Ahí sentí como que me sacaba una mochila pesadísima por conseguir algo tan soñado. Además, Agustín la había descosido y se merecía que fuéramos a abrazarlo como lo abrazamos: arrodillados, con lágrimas, a los gritos”.

Su lugar 

Pasó ese momento de emoción extrema segundos después de vencer a Brasil, pero llegaron otras emociones en su ciudad. El jugador que salió del Club Gimnasia y Esgrima y que actualmente juega en el Lube Civitanova de Italia pasó por Santa Fe a los pocos días de haber conseguido la medalla de bronce en los JJOO Tokio 2020. El mismo día (miércoles 18 de agosto) que llegó a la capital provincial estuvo unas horas con sus padres y luego pasó por el club que lo formó. Por 4 de Enero y Juan de Garay cuentan que se quedó viendo un partido de vóley femenino del torneo local y hasta se acercó al banco para darles consejos a las chicas de Gimnasia.

Al día siguiente, con todo su sentido de pertenencia por Gimnasia y Esgrima, realizó una conferencia de prensa en el club. La histórica institución del centro santafesino le hizo un reconocimiento especial en el hall central al primer medallista olímpico del club. Las emociones vividas en Gimnasia no tienen palabras para poder describirlas, y si a tanto reconocimiento y sentido de pertenencia le faltaba algo, también estuvo presente Angie, su maestra de jardín.

Después de eso, Luciano se puso a paletear en las canchas de tenis criollo, pasó por varios entrenamientos de las categorías formativas de vóley y se metió a la cancha de básquet para compartir con las jugadoras de Primera. Más tarde, el equipo de básquet masculino le hizo la entrega simbólica de la musculosa que tenían preparada para él cuando llegara a la máxima división, antes de decidirse por el vóley. Daniel Dorfman, una referencia del básquet y del Club Gimnasia y Esgrima, cuenta que “para el club, todo esto es de una emoción profundísima, porque Luciano supo aprovechar y conjugar la formación académica del jardín con la formación deportiva de la institución, que permite a sus socios puedan practicar distintos deportes con una misma cuota. Además, en los veranos concurría, junto con su hermana, a la escuela deportiva. Hizo todo lo que puede hacer un pibe en un club”.

Se emociona, y sigue: “Me gusta contar que Gimnasia y Esgrima tiene una lona que separa las canchas de básquet y vóley. Él practicaba las dos disciplinas y, muchas veces, terminaba una práctica, corría la lona y se iba a la otra. No coincidían los horarios de los entrenamientos ni los días de partido, así que pudo seguir simultáneamente con los dos deportes, con una dedicación y un compromiso que no negociaba”.

Que sea vóley 

Los deportes y ese compromiso llegaron a un día histórico. Más allá de la formación en el básquet y la influencia de su padre Ricardo (ex jugador y actual entrenador), Luciano se inclinó por el deporte que jugó su madre Graciela en Unión.

Un año después del Mundial de Básquet 2002 en Indianápolis (el torneo donde la NBA quedó de rodillas ante la aparición de la Generación Dorada) Rubén Magnano, que además de ser el DT de aquel grupo coordinaba y dirigía a algunos de los equipos juveniles, tomó el teléfono y llamó preocupado: “Ricardo, tengo que hablar con vos… ¿Qué pasó con el pibe?”. El Ricardo que recibió el llamado fue De Cecco, el papá de aquel adolescente de 14 años que eligió no presentarse a la convocatoria de la selección nacional de básquetbol Sub 15. El chico, al mismo tiempo, había sido citado para un selectivo provincial en Santa Fe, pero para jugar al vóley. Y tomó la decisión que marcó su vida. A partir de ahí no paró de crecer, hasta subirse al podio de Tokio.

El futuro 

“Desde hace varios años yo venía diciendo que, si no conseguíamos algo grande, el vóley argentino iba a desaparecer. Ahora lo conseguimos. Me encantaría que las cosas cambien, que los chicos que nos sucedan en la Selección no tengan que vivir un montón de cosas que vivimos y sufrimos nosotros. Y que el vóley renazca”, afirmó De Cecco en la conferencia de prensa.

“Mi único miedo es que no se aproveche lo que se generó en Tokio. De hecho, creo que nosotros aún no dimensionamos lo que vivió la gente acá, en Argentina, con ratings televisivos increíbles y una movida alucinante en redes sociales: sería una pena inmensa que eso quede en la nada”, agregó.

Sobre el reconocimiento de estar en el “equipo ideal” de Tokio 2020, Luciano lo consideró como “un halago importante”, pero aseguró: “siempre dije que cambiaría todos mis premios individuales por ganar las finales y los partidos por medallas que perdí”.

En la jugosa conferencia que brindó en Gimnasia también destacó: “Nos faltaba algo de la dimensión de la medalla en unos Juegos Olímpicos. Nunca me pesó la sombra del bronce de Seúl 1988 y también tenía la tranquilidad absoluta de haber dado lo máximo de mí: me podía retirar tranquilo cuando llegara el momento. Pero al mismo tiempo siento que me saqué una mochila de mil millones de kilos”.

El capitán de la Selección Argentina aseguró que es tan preciado lo que logró en los Juegos Olímpicos que guardó la medalla “en su estuche” y ni siquiera quiere mirarla: “Tengo miedo de romperla o rayarla”. El armador santafesino dice que pasan los días y sigue sin caer.

Volver y ser feliz 

Como tantas historias de vida, la felicidad vuelve en pasajes de la infancia. Daniel Dorfman, el jugador de básquet, el entrenador, el periodista, pero por sobre todas las cosas, el gran gimnasista, escribió sobre De Cecco: “Nos sentimos muy agradecidos por haberlo acompañado en el inicio de ese camino que él toma como esencia deportiva y competitiva. Quienes estamos en la base de la pirámide formamos y soltamos: la evaluación de nuestro trabajo nunca es inmediata. Y devoluciones como las de Luciano nos llenan el corazón de alegría.

Cada uno de nosotros siente un inmenso placer cuando lo ve entrar a Gimnasia y Esgrima, mientras recorre cada rincón y se divierte en ese club en el que puede sentirse como un niño”.

Cuestión de honor

El Concejo Municipal de Santa Fe recibió a Luciano De Cecco para declararlo Santafesino Destacado. Fue reconocido por su trayectoria deportiva en el vóley local, nacional e internacional y por sus logros deportivos. El proyecto fue impulsado por los concejales Leandro González, Laura Mondino y Luciana Ceresola.

El deportista resaltó que siente “mucho orgullo, no vivo en la ciudad desde hace 15 años pero siempre me gusta venir y devolver un poco de lo que me dio el club y la gente. Me siento orgulloso porque mi familia y mis amigos saben lo que significa Santa Fe para mí, y siempre volver es muy lindo”.

También destacó que “lo más lindo para los chicos es tener a alguien a quien poder imitar, que sepan que hay chicos que salen, que son reconocidos, y que todo se puede”.

Por último, aseguró: “Conseguir esta medalla para mí es un regalo al esfuerzo, a no dejar de querer un poquito más, y también de conciencia, de que una selección como Argentina, que no es tan reconocida a nivel mundial, pueda subirse a un podio olímpico. Es el mayor regalo que podemos tener”.

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