Foto: Reuters

Al referirse a Sudamérica y Argentina, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU apunta al Amazonas, la Patagonia, la deforestación y la soja. Recomienda incorporar una perspectiva local e indígena y la participación social en la toma de decisiones.

Este lunes se publicó la segunda parte del sexto reporte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC, en inglés), un estudio producido por un grupo de 270 científicos de 67 países que han revisado para la ONU más de 34.000 artículos en pos de delinear diagnósticos, escenarios futuros y líneas de acción ya no para revertir la crisis climática, sino para “adaptarnos” –esa es la palabra clave que repiten– a una realidad irreversible: la temperatura global al menos va a subir 1,5ºC en los próximos 20 años, con consecuencias catastróficas que todavía pueden ser muchísimo peores si no actuamos ya.

Para la ONU, la crisis climática se acelera y los gobiernos no actúan

El reporte subraya la situación crítica de los Andes, la Patagonia, por los deshielos, y el Amazonas, por la deforestación y la sequía. Puntualmente, indica que “Los Andes y el noreste de Brasil son las regiones más sensibles a las migraciones relacionadas con el clima, un fenómeno que se incrementa”.

Los fenómenos de sequía extrema y de lluvias hasta la inundación se intensificarán y expandirán. Recordemos, por ejemplo, que la ciudad de Santa Fe vivió la inundación del Salado en 2003 y menos de 20 años después vio la sequía casi total de la Setúbal.

La deforestación por avance de la frontera agrícola tiene referencias remarcadas, el cultivo de soja es específicamente mencionado. Incluso, se sigue la cadena de las mercancías: el reporte enfatiza en cómo la Unión Europea compra soja sin una certificación de “libre de deforestación”.

El reporte hace hincapié en el fortalecimiento de la participación social y en la incorporación de voces indígenas y locales como un método eficaz de planeamiento e implementación de políticas de adaptación a la crisis climática. Un dato para los detractores del “ambientalismo bobo”, que ponen en entredicho mecanismos democráticos como la licencia social de los pobladores afectados en zonas de riesgo ambiental.

“Políticas y acciones en múltiple escala y la participación de los actores de todos los grupos sociales, incluyendo los más expuestos y las poblaciones más vulnerables, son elementos críticos para una adaptación efectiva”, dice el reporte.

“Las investigaciones que integran el conocimiento indígena y local con las ciencias naturales y sociales se han incrementado desde 2014 y están ayudando a mejorar los procesos de toma de decisión en la región, reduciendo la maladaptación y fomentando la adaptación transformadora a través de la integración con adaptaciones basadas en el ecosistema y adaptaciones basadas en la comunidad”, agrega. “Maladaptación” refiere a aquellas políticas públicas que “involuntariamente”, según reza el IPCC, agravan los efectos de la crisis climática.

Sudamérica

A continuación, tramos destacados sobre Sudamérica:

Muchos eventos extremos ya impactan en la región, está proyectado que se intensifiquen, incluyendo suba de temperaturas y sequedad, suba del nivel del mar, erosión costera, acidificación de mares y lagos, resultante en blanqueamiento de coral, y un incremento en la frecuencia y severidad de las sequías, con un decrecimiento en el suministro de agua, que impactará en la producción agrícola, la pesca tradicional, la seguridad alimentaria y la salud humana.

La selva del Amazonas, unos de los mayores repositorios de biodiversidad y de carbono, es muy vulnerable a la sequía. La selva del Amazonas fue muy impactada por las sequías sin precedentes y las altas temperaturas observadas en 1998, 2005, 2010 y 2015/2016, atribuibles en parte al cambio climática.

El efecto combinado entre el uso antropogénico de la tierra y el cambio climático incrementa las vulnerabilidades de los ecosistemas terrestres a los climas extremos y al fuego.

La distribución de especies terrestres ha cambiado en los Andes debido a los incrementos de temperaturas. Hasta el 85% de sus sistemas naturales (plantas, animales y sus hábitats) serán impactados negativamente por el cambio climático.

Se proyecta que habrá creciente escasez de agua y competición por el agua. La disrupción de las corrientes de agua degradará significativamente los ecosistemas, afectando humedales, comunidades campesinas, la salud pública y la producción de energía.

Las temperaturas en aumento incrementan la expansión y reproducción de las enfermedades de vector, como dengue, chikungunya, y Zika. Se proyecta que en las próximas décadas aparecerán más infecciones endémicas relativas al clima.

Argentina

Específicamente sobre Argentina, estos son los tramos destacados:

Eventos de precipitaciones extremos, que resultan en inundaciones y avalanchas se intensificaran en magnitud y frecuencia. Habrá un aumento del 100% al 200% en las poblaciones afectadas por inundaciones en Colombia, Brasil y Argentina.

Los cambios en los ríos andinos de glaciar tendrán impactos negativos en la producción de fruta.

El impacto del cambio climático es de especial preocupación en la Patagonia árida y semi árida, una estepa de más de 700 mil km2. El derretimiento de glaciares de la Patagonia y los Andes afectará el escurrimiento superficial de los humedales interiores; el aumento del nivel del mar de entre 20 y 60 centímetros destruirá 35 pantanos costeros

Las planicies de hielo de la Patagonia son las más grandes del hemisferio sur, después de la Antártida, se derriten y contribuyen al incremento del nivel del mar.

Los lagos se vuelven inestables por el incremento de agua proveniente del derretimiento de glaciares.

Entre 2001 y 2015 cerca del 65% de la destrucción de bosques fue producida por la producción de 50 commodities.

La vegetación nativa se convierte en exógena en alta velocidad en Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú, amenazando ecosistemas importantes como el Amazonas, el Cerrado, los Chacos and las pampas, el bosque Atlántico, Caatinga y las Yungas.

Dos tercios de la soja consumida en la Unión Europea vienen de Brasil, Argentina y Paraguay, incrementado el riesgo de conversión del Amazonas, el Cerrado y el Gran Chaco.

En 2018 sólo el 19% de la soja consumida en la Unión Europea tenia certificación de “libre de deforestación”.

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