Con la tuya

Un presidente en trance le consulta al espíritu de su perro muerto sobre políticas fiscales, inflación y regulaciones comerciales, y decide dolarizar la economía de un país: es, cuanto menos, polémico.

La dolarización es un proceso complejo. Y de un país ni le digo. Es por lo menos polémico que el propio Estado considere la adopción del dólar estadounidense como moneda oficial en lugar de la moneda nacional. Es importante aclararlo, que no es lo mismo dolarizar a la moneda canadiense. 

Hasta hoy, por fuera de los Estados Unidos, los países americanos dolarizados oficialmente son: Ecuador, El Salvador, Panamá, Bonaire, Islas Turcas y Caicos, Islas Vírgenes Británicas, Isla de Saba, Antigua y Barbuda. América, debo estar en América del Sur, Bien al sur, garantizado.

En un país con una economía en crisis recurrentes, alta inflación y una moneda que ha perdido su valor, la idea de dolarizar la economía empieza a ganar terreno entre personas de a pie, en barco y lxs economistas.

El primer paso es la aprobación de una ley que establece la dolarización como política oficial del país. Esta ley otorga al Banco Central la responsabilidad de garantizar la estabilidad del valor del dólar y establece un calendario de transición. Similar a la Copa de la Liga pero con descensos masivos.  A medida que se avanza en el proceso, usted se empobrece de forma rápida y se lleva a cabo una campaña de comunicación masiva para informar a los que no tienen dólares sobre los cambios que se avecinan.

Las personas y las empresas comienzan a utilizar los dólares en sus transacciones cotidianas, y los precios de los bienes y servicios se fijan en dólares. Las cuentas bancarias y las deudas se convierten automáticamente en dólares, lo que genera cierta estabilidad en el sistema financiero. Todo parece muy lindo, pero… esto puede generar tensiones y piedrazos para quienes tenían ahorros en moneda local, ya que experimentan una pérdida de valor en sus cuentas. O dicho de otra manera ¡fuiste!

En un mundo donde las leyes económicas se mezclan con la magia, el azar y el caos organizado, un país entero se enfrenta a una transformación increíblemente surrealista. El presidente se enfrenta a la toma de decisiones económicas y se comunica con su perro a través de sesiones espiritistas.

Las masas observan con asombro y alegría cómo las decisiones económicas del país se toman con la ayuda de esta extraña conexión espiritual. Al grito de libertad, libertad, libertad. El presidente, en trance, realiza consultas sobre políticas fiscales, inflación y regulaciones comerciales, y toma decisiones basadas en las respuestas que recibe del espíritu de su fiel compañero.

Por suerte, todo esto es una ficción. Igual, no sea cosa que dolaricemos y a la semana estemos buscando yuanes.

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