Alejandra Ironici, insoportablemente viva

    alejandra ironici

    La Justicia reconoció el crimen de Alejandra como transfemicidio, en lo que es el primer caso a nivel nacional. Ni la muerte pudo robarle un nuevo avance para el colectivo trans-trava por el que siempre luchó.

    Hace un año y medio que Alejandra ya no está físicamente entre nosotres. Quienes la conocimos de una u otra forma recordamos bien cómo nos shockeó la noticia ese lunes 22 de agosto por la mañana. “La mataron a la Ale”. Todavía hoy lo leemos y no se siente real. Está “insoportablemente viva”, dice Victoria Stéfano, comunicadora y militante trava, cuando se le pregunta su legado.

    El viernes 22 de marzo, en esa plaza donde tantas veces la vimos encabezando marchas y alzando la voz por tantas injusticias, sus amigas, sus compañeras de luchas, de trabajo, escucharon la sentencia por el crímen que nos la arrebató: prisión perpetua para Héctor Barrero por los delitos de transfemicidio agravado y abuso sexual con acceso carnal.

    “Se hizo justicia por Alejandra”, dice con emoción y una cierta tranquilidad Noly Trujillo, sobreviviente trans y amiga de Alejandra. “Tenía toda la esperanza de que sea así porque la fiscal se movió desde un primer momento. Sabíamos que iba a salir la perpetua, pero lo que estábamos esperábamos era que se tome la figura del transfemicidio, porque iba a marcar un precedente a nivel nacional. Así que creo que ella, desde donde esté, seguramente estará contenta por esto que se logró”.

    Histórica, siempre

    Lo que marca Noly es una de las claves de la sentencia: que la Justicia santafesina haya reconocido el crimen como un transfemicidio, convirtiéndolo en el primer caso a nivel nacional. Vale recordar que en 2020 Casación quitó a la condena por el crimen de la también activista Diana Sacayán la figura del agravante por el odio a la identidad sexual de la víctima, lo que convertía al caso en la primera sentencia por travesticidio en Argentina.

    Para Victoria Stéfano la sentencia es histórica por dos cosas: “Primero por el reconocimiento del transfemicidio y por sentar así un precedente judicial en el cual el odio y la identidad de género autopercibida se reconocen como el motor de un crimen, algo por lo que habíamos peleado, por lo que incluso Alejandra peleó durante mucho tiempo”.

    La mañana en que se hizo justicia por Alejandra Ironici

    Stéfano recuerda el caso Sacayán y cómo en aquel momento se batalló mucho para lograr instalar esa figura, de travesticidio-transfemicido, y que finalmente fue revocada. “Sin embargo acá, desde que se encaró la investigación, la carátula de transfemicidio estuvo constantemente presente, lo cual también es un indicativo más del enorme trabajo que hizo Ale y del presente que nos legó gracias a su lucha”.

    El Estado se tiene que hacer cargo

    La Colectiva de Abogadas Translesbofeministas, quienes representaron a la familia de Alejandra, junto al Instituto de Políticas Públicas LGBT, reclamaron durante el juicio que no solo se identifique a este crimen como un transfemicidio sino que se reconozca la responsabilidad del Estado en el mismo, exhortando a los demás poderes a tomar medidas para reparar al colectivo travesti trans.

    Este es el segundo punto por el cual Stéfano considera histórica la sentencia: “Es un reconocimiento del travesticidio social esto de poder exhortar al Estado, a través del llamado a reconocer la emergencia en violencia contra las personas trans, a que se creen registros acerca de esto, una política pública que pueda censar esas situaciones de violencia y a partir de ahí crear un registro público, el cumplimiento del cupo laboral trans en los tres poderes del Estado, todo eso otra vez se consolida gracias a este fallo. Aunque todavía hay que ver el texto que acompaña esta sentencia, creo que lo del travesticidio social sin lugar a dudas abre una nueva instancia histórica en nuestro país”.

    “Hubo justicia, pero siempre la última decisión está en manos de personas cisgénero”, reflexiona el activista y artista trans Giovi Novello en la plaza, tras la lectura de la sentencia, respecto de quienes imparten justicia. “Lamentablemente nosotros todavía no ocupamos esos puestos, no estamos sentados en esos lugares de poder, de decisión. Lo único que tenemos hoy y que es nuestra arma más fuerte, es la palabra. Espero que puedan entender, desde la empatía o desde algún lugar, y empezar a vernos como personas”.

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    Foto: Gabriela Carvalho

    Semillas de lucha

    Recorrer la vida pública de Alejandra es encontrarse con un montón de titulares de “la primera”, “histórica”, “por primera vez en Santa Fe”. De hecho, la primera nota que esta cronista le hizo fue, justamente, por ser la primera trans al frente de una vecinal, la de barrio Barranquitas, allá por 2014.

    Antes de eso la Ale ya había abierto importantes caminos: consiguió el primer DNI trans del país, antes de la sanción de la Ley de Identidad de Género; fue la primera persona trans en ocupar un puesto laboral dentro del sector público en la provincia; en 2017 comenzó a estudiar Derecho en la UNL y desde allí luchó por el cupo laboral trans dentro de la Universidad, algo que consiguió en mayo de 2022. En 2021 fue una de las primeras docentes trans de la ciudad junto a su compañera Lucy Giménez. Fue, además, la primera en acceder a una vaginoplastía en un hospital público.

    Esa pionera fue el espejo donde muches pibes y pibas trans de Santa Fe se vieron por primera vez. “Ale fue la primera persona que reconocí como una persona trans cuando llegué al hospital para empezar mi terapia de reemplazo hormonal, sin tener ninguna herramienta, sin saber nada”, cuenta Giovi. “Pasó eso, que ves a otra persona trans y de repente lo sentís un poco un hogar. Me ayudó para poder empezar mi transición con todo en el hospital y me enseñó también a poder levantar la voz, lo que a mí tanto me costaba cuando pasaba esta injusticia de que no respetaban la ley de identidad de género en el hospital. Y creo que me dio esa fuerza que yo necesitaba para entender, una vez que pude empezar a transicionar, que la lucha siempre es colectiva”.

    “Si tuviera que definirla, la definiría como una formadora”, dice Victoria, y recuerda cómo la conoció: “A Alejandra yo la conozco en mi último año de la secundaria. Ella ya estaba cursando sus estudios en la UNL, y gracias a la lucha por el reconocimiento de su identidad había abierto un pequeño paraguas: una resolución del Ministerio de Educación que disponía que todas las personas trans fueran reconocidas por su identidad de género autopercibida en el ámbito de las instituciones educativas. Eso sirvió para que yo pudiera cursar ese último año siendo respetada por mi identidad de género autopercibida, lo cual no solamente me hizo muy feliz, sino que me abrió un nuevo paradigma en la vida: que era que yo ya no era solamente una víctima de las decisiones que los demás tomaban sobre mí sino que podía ser un agente de cambio, y eso me lo enseñó Alejandra, eso lo aprendí de ella”.

    Victoria fue una de las testigos del juicio, aportando su visión y trayectoria militante para dar fundamentos al reconocimiento del travesticidio social. “Creo que todos los que participamos de esa instancia fuimos militantes del semillero de Alejandra, somos personas que básicamente crecimos en la sombra de su militancia, en la sombra de su imagen, de ese árbol increíble que tejió a lo largo de su vida. Así que esta sentencia, de alguna manera, se siente no como algo que hicimos nosotros sino, una vez más, como algo que ella logró conquistar”.

    “Inevitablemente siempre fue la primera en todo”, suma Giovi. “Nos abrió camino a muches y sé que ahora con esto también lo va a ser. Para que no nos sintamos tan solos, sobre todo, y para que la justicia empiece a reconocer y reparar todo el daño que la sociedad nos hace”.

    Para finalizar, Victoria agrega: “Creo que su vida fue un ejemplo para todos nosotros, no solamente en los términos de las proezas de su lucha sino en poder transmitir que con las herramientas que tengamos, sean pocas o muchas, podemos tener una incidencia sobre la realidad y no ser simplemente víctimas contemplativas de las violencias a las que nos exponen constantemente y creo que eso fue ella para mí, eso fue ella en mi vida. Ahora es un horizonte de lucha, una memoria muy viva, muy reciente, es imposible dejarla en los anales de la historia de nuestro movimiento porque sigue muy presente. Está insoportablemente viva y creo que eso también mantiene al movimiento andando”.

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