De cara a las elecciones del próximo domingo, Tati Restagno busca entrar al Concejo para multiplicar las experiencias territoriales que ya vienen llevando adelante: "Es la oportunidad de que la lapicera por primera vez la tenga la gente".
Una de las incógnitas de cara a las elecciones locales del próximo domingo es si Gastón "Tati" Restagno logrará llegar por primera vez al Concejo. En las primarias del 13 de abril, el Frente Santa Fe en Común -integrado por Santa Fe Humana y Fuerza Común-, obtuvo 8850 votos, consolidando un amplio apoyo ciudadano a una fuerza nueva que propone formas novedosas de imaginar el futuro, sostenido en una militancia a pulmón que pide un recambio generacional para la política.
Ya en el tramo final de la campaña, Restagno se muestra confiado en alcanzar la meta, y plantea como eje central una "política del hacer", frente a las promesas vacías de otros sectores que ya han tenido -o tienen hoy- responsabilidades dirigenciales, apoyada en las diversas experiencias territoriales que ya viene llevando adelante su espacio político.
—Todos los candidatos ya tienen un bloque, y esperaron a la campaña para mostrarle a la gente cómo le pueden solucionar los problemas. No solamente eso, sino que algunos gobiernan o gobernaron tanto en la ciudad como en la provincia, y los problemas fueron creciendo cada vez más. Nosotros a los que prometen y dicen los enfrentamos con una política del hacer, mostrando los dispositivos que hemos construido viniendo por fuera de la política: los de situación de calle, los de abordaje de consumos problemáticos, las obras de urbanización de barrios populares, los bachilleratos populares para que adultos mayores puedan continuar sus estudios, las fábricas que recuperamos. Queremos llegar al Concejo para multiplicar lo que estamos haciendo para abordar problemas apremiantes en nuestra ciudad, como las adicciones, la situación de calle, el acceso a la vivienda digna o a los servicios básicos o la seguridad, con los programas de reincidencia cero. Esta es la gran diferencia que hay en esta elección. Entre los que dicen y los que hacen, entre los mismos de siempre y gente nueva que hacemos cosas diferentes.
—Hoy el Concejo, con los recursos, con el alcance que tiene, ¿no está llevando adelante esas iniciativas?
—Hoy el Concejo es una oficina más de Poletti, y al tener la mayoría automática es muy difícil llevar adelante otras iniciativas. El Concejo dejó de ser un lugar donde se definen cosas, ya está todo arreglado, levantan todos la mano y salen. Y cuando uno ve el trabajo de los bloques de concejales que dicen ser la oposición, muchas veces están negociando recursos para sus estructuras partidarias en vez de escuchar a los vecinos y proponer iniciativas concretas que le resuelvan la vida a alguien. Hoy la ciudadanía no conoce a los concejales, y esto se debe a que ningún concejal está planteando una apertura para que haya mayor participación. Hace falta gente que proponga iniciativas concretas y que controle al intendente. Hoy la Municipalidad gasta 7 millones y medio de pesos por día en publicidad. Eso no puede ser, en una ciudad con este deterioro de la calidad de vida. Hay problemas emergentes y urgentes que hay que abordar, y nosotros desde el primer día que lleguemos al Concejo lo vamos a hacer.
—Una de tus propuestas es bajar el salario de los concejales.
—Sí, lo primero que voy a hacer es proponer la disminución del 50% del salario de los concejales, que hoy cobran 5 millones de pesos. Es algo muy sencillo, en otras localidades los concejales no cobran una fortuna. Hace mucho tiempo venimos insistiendo que el Concejo se tiene que parecer más a su pueblo. Y esto es solo la parte económica, pero hay dos dimensiones más. Una es el trasvasamiento generacional: que lleguen pibes y pibas de las juventudes, que empiecen a liderar procesos políticos que no estén ligados con las mañas de la política tradicional. Y otra, un trasvasamiento social: que lleguen los pobres, que son el descarte de estos modelos de crueldad, de este programa de miseria planificada. Yo creo que la gente está buscando un recambio en la política, por eso se ven en su mayoría caras nuevas. Tenemos que hacer lo posible para demostrar que la política sirve, y eso se hace recuperando a la política como una herramienta de transformación social, que es lo que venimos haciendo hace 10 años, pero ahora queremos hacerlo desde el Concejo, convertir todas nuestras experiencias en política pública y generar un piso de derechos un poco más alto. Mi sueño es que Santa Fe sea mínimamente humana y para eso vamos a seguir trabajando.
—Esto de la cultura del descarte tiene también mucho que ver con lo que está sucediendo a nivel nacional, con las políticas del gobierno de Milei. ¿Qué se puede hacer desde lo local para para ir contra un proceso tan amplio, tan profundo, que realmente está llevando al descarte a la mayor porción de la población?
—Más de la mitad de los trabajadores y trabajadoras de Santa Fe estamos en la informalidad del trabajo. Se pueden generar políticas públicas, obviamente en distintas dimensiones, para que esas personas puedan ir camino hacia la formalidad.
—¿Cómo se logra eso?
—Muchas veces reconociendo el trabajo que ya hacen. Por ejemplo, las cuadrillas de limpieza que sacan los microbasurales de los barrios donde no pasa el camión de recolección de residuos, o los cartoneros, una población de más de 300 personas en la ciudad, que son recuperadores urbanos y promotores ambientales por excelencia. Las obras de integración sociourbana casi siempre quedan en manos de empresas que no viven en el barrio. Nosotros tenemos la experiencia previa de la Secretaría de Integración Socio Urbana, que con una política pública fomenta la creación de trabajo para personas que viven en los barrios y al mismo tiempo los ayuda a organizarse y a tener un trabajo digno que mejora su calidad de vida. Hay experiencias concretas en la ciudad de Santa Fe y nosotros tenemos el deber de multiplicarlas para que esa gran masa de trabajadores informales pueda ir incorporándose a un sector cada día más formal. Eso se hace también en sintonía con los saberes que generan investigadores, estudiantes, universidades, el Conicet. Por eso estamos impulsando un instituto de planificación estratégica municipal donde unir los saberes de las universidades con los saberes de la calle, de las vecinales, de las instituciones, para ver cómo potenciar la industria local, como reactivar el cordón frutihortícola del Gran Santa Fe y cómo potenciar a las pequeñas y medianas empresas que son las que dan trabajo. Los gobiernos locales son un eslabón central en este camino y hoy, como no hay un modelo de ciudad y no tenemos intendente, eso es inexistente. Hay que generar un modelo de desarrollo para la ciudad, que sea con todos y todas adentro.
—¿Cómo describirías sintéticamente lo que es la gestión Poletti hasta el momento?
—Santa Fe no tiene intendente, tiene un administrador de la cosa pública que deja hacer lo que quiere al círculo rojo de nuestra ciudad, que se va apoderando de todos los negocios, de las tercerizaciones de los servicios. Hay un desguace del Estado. Al mismo tiempo hay una precarización laboral muy grande y muy grave del personal de la Municipalidad. Creo que la clave es que este modelo que viene desarrollándose hace 18 años pueda contraponerse con un modelo que busque hacer una ciudad más humana. Eso se hace a través de un programa de justicia social, y dentro de dos años vamos a hacer lo posible para presentar una candidatura a intendente que pueda disputarle a los dueños de la ciudad el el horizonte estratégico que tanto necesitamos.
—Decías que el Concejo ha quedado alejado de las demandas de la gente. ¿Cuáles son esas demandas? ¿Qué es lo que están pudiendo ver en la campaña?
—Primero hay un gran problema social, una gran desigualdad. Tenemos que incorporar un plan para que las personas en situación de calle puedan tener un lugar para dormir, para que se urbanicen los barrios populares, para que cada casa pueda tener su título de propiedad, para que las personas dejen de comer en comedores porque tienen la plata para cocinar en su casa. Y la otra gran demanda es la seguridad. Hemos estudiado experiencias en otras localidades y tenemos una estrategia de tres niveles: programas de reincidencia cero; corredores seguros, con un rediseño en los sistemas de movilidad pública y de patrullaje de la Guardia de Seguridad Institucional en zonas de alta concurrencia ciudadana como escuelas, hospitales, paradas de colectivos, centros de salud o jardines municipales; y por arriba una agencia antilavado. El problema más importante que tenemos en la ciudad es el lavado de dinero. Ya hay modelos de agencia antilavado impulsados por gobiernos locales, y nosotros tenemos que hacer lo posible para que eso suceda. Por último, hay una gran demanda sobre dónde van a ir a estudiar nuestros hijos y de qué van a trabajar las nuevas generaciones. Nosotros creemos que hay que recuperar nuestra capacidad de planificación, y para eso necesitamos los saberes de los científicos, de la calle, de quienes conocen las peculiaridades de cada uno de los barrios. Necesitamos un modelo que haga parte a todos por igual, en el que el pibe que nace en un barrio popular pueda tener las mismas condiciones que el que nace en el centro.
—¿Qué le dirías a la gente? ¿Por qué creés que tienen que votarte el domingo?
—Para mí hay una gran diferencia, que es entre los que prometen y los que hacen. Hoy tenemos la oportunidad de una nueva fuerza política en la ciudad, para que la lapicera por primera vez la tenga la gente. Estamos en la puerta del Concejo, tenemos la posibilidad real de entrar. Nosotros concebimos la política de abajo para arriba y de la periferia al centro. Lo hicimos siempre a través de nuestras asambleas y lo vamos a seguir haciendo en el Concejo, porque creemos que ese tipo de política va a dar la respuesta necesaria a los problemas estructurales que sufre nuestra ciudad.