Los eternos laureles

Scioli, Macri y Massa: tres caras de la misma moneda.

¿Qué se puede encontrar de excitante en unas elecciones presidenciales donde los principales candidatos se disfrazan a ser un poquito menos reaccionarios para conquistar el voto del desprevenido? ¿Qué puede interesarle a un tipo apartidario unas elecciones donde Scioli, Macri y Massa, se definen, los tres al unísono, como peronistas y se pelean para ver a cuál de ellos hubiese votado el General? Sabemos que a ninguno, y ellos también.

Sinceramente, estas próximas elecciones me han llevado a la indiferencia casi absoluta. Esto no significa que no me interesen las consecuencias del resultado electoral. Todo lo contrario. Mis sensaciones para con el futuro próximo (llámese “próximos 4 años” y con mucha mala suerte “próximos 8 años”) divagan entre el derrotismo, la incredulidad, la desesperación y la resignación al tópico nietzscheano del eterno retorno de lo mismo. Además que, desde mi pesimista punto de vista, los tres grandes candidatos mediáticos, son también lo mismo.

Scioli es la última gran herencia del duhaldismo que sobrevivió al recorte de Néstor y Cristina. No sé muy  bien cómo hizo para permanecer. Más aún teniendo en cuenta el llamado a silencio que le propinó Néstor, cuando el ex campeón de off-shore era su vicepresidente. O sí, lo sé: tiene el control de la provincia con más votantes del país… y con eso, como con el Papa, no se jode. Con el tiempo, uno puede sospechar que “Él” ya sabía lo que se venía y por eso el abrupto intento de condenar al ostracismo a su compañero de fórmula. Pero fracasó.

Macri inaugurando un monumento a Perón y cantando “Perón, Perón, qué grande sos”... Si no fuera Macri creería que es un sutil ejercicio de sarcasmo. Pero es Mauricio, sabemos que no le da para tanto. Siento pavor cuando veo por televisión los spots del PRO y escucho las fórmulas vaciadas de contenidos que son eje de campaña y con las que uno no puede no estar de acuerdo. Por ejemplo, “hay que defender la educación pública”. Me asusta y me duele proyectar un país con Macri presidente. Un partido sin estructura, que se sostiene solo con una cara, una sola persona que gobierna hace ocho años una ciudad (aunque sea la más importante sigue siendo una sola), sin políticos de trayectoria digna al lado, que recluta faranduleros y famosos en las provincias para ver si puede ganar. Un soliloquio de un tipo que siquiera se escucha a sí mismo puede ser nuestra próxima forma de gobierno… amén de todos los tecnócratas neoliberales que se están frotando las manos, sedientos de vender hasta a la madre. Un partido que no hizo prácticamente nada desde que existe hoy puede gobernar un país… sin haber hecho nada para lograrlo, insisto.

Bueno, excepto por la falta de estructura y porque lo tienen a Kiciloff y a uno que otro más, díganme si el kirchecristinismo no ostenta el mismo pecado: ¿Cristina y quién más? Y así, discúlpenme y putéenme si quieren amigos k, no se construye poder con proyección a largo plazo. Y mucho menos se construye un modelo de país, si ese modelo depende de, como reza el famoso graffiti, “abrazarnos hasta que vuelva Cristina”. Y sí. Lo primero que me surge pensar es si en 12 años esta gestión no pudo imaginar un candidato presidenciable que no sea amigo íntimo de Macri y que no provenga del pulmón del menemismo/duhaldismo. Un candidato que efectivamente el Frente para la Victoria desee tener y no que lo sea para tener una mínima chance de no quedar out. La pregunta es, me parece, ¿el FPV no pudo o no quiso proyectar un candidato que no fuera Cristina? Y si quiso, ¿por qué no pudo? Y entonces, ¿a quién le pertenece el 54% de los votos: a políticas de Estado, a ideas progresistas o a una persona con nombre y apellido?

Massa, otro menemista refritado por el kirchnerismo, se dio cuenta que era mejor permanecer como el tercero en discordia, debido a que en un eventual ballotage le iban a ofrecer el caballo, el reino, la primogénita heredera, el Hotel Calafate y acciones mayoritarias en las empresas de papi por sus votos. Parafraseando a Scalabrini Ortíz, se quedó como el hombre que está solo y espera… ver el cadáver de su enemigo golpearle la puerta de la casa en busca de ayuda.

Y bueno queridos lectores. No miremos pal’ otro lado. Son esos los laureles que supimos conseguir; laureles por los cuales yo ni mamado juro con gloria morir. ¿Ustedes?

 

Publicada en Pausa #163, miércoles 14 de octubre de 2015

Ilustración: Fausto Botta

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