El cierre de campaña de la Lista 13, en la Avenida Paulista, fue una celebración de la democracia y una descarga de tantos años de sufrimiento, a puro repique y samba. Mano a mano con la gente, Lula Da Silva encarna la esperanza de la democracia contra el fascismo. El paso a paso de una marcha histórica.

Cien mil personas marcharon, bailaron y cantaron sin parar porque mañana Brasil va a vencer al fascismo. Las banderas rojas ondeaban en una agitación continua, las pancartas separaban los diferentes bloques de la marcha y después venían las batucadas imparables. Cada bloque, cada organización, tiene su batucada y, si no, se canta a pelo nomás. Inusualmente, la mayor parte de la concurrencia rodea a los bloques. La población de a pie, por fuera de los poderosos movimientos sociales, llenó la Avenida Paulista y ese quizá es el dato político más importante para el futuro del país. El Brasil cabizbajo que vio el golpe parlamentario contra Dilma Rousseff y el encarcelamiento de Lula rodeando sus caídas con resignada mudez hoy parece que no va a dejar de gritar y ocupar las calles para defender al próximo gobierno del PT.

Una furia de felicidad se escuchaba de fondo general cuando un bloque paraba por un ratito la percusión para descansar. Brotaba el rugido de descarga, cuatro años de horror, de violencia y desamparo. Los muertos de la pandemia, la militarización social racista, la agresividad ignorante como política de Estado. El sonido era ensordecedor.

A cada paso, cada organización con una sorpresa. La bancada feminista con una cuerda casi toda de mujeres y con cuatro zanquistas que se bancaron todo el recorrido bailando y cantando "Vermelho" de Daniela Mercury, los múltiples carros con parlantes con música para bailar. Samba, lambada, arrocha y también hip hop a los gritos de un grupo jóvenes antirracistas. "O canto da cidade", también de Mercury, entonado masivamente a capella, emergió para dar una suave melodía. Y después, vamos de nuevo, volvió a todo volumen y baile arrebatado el leit motiv de las volanteadas, del activismo en la calle y de la Marcha: el penetrante forró "É 13".

Los animales de la selva, las víctimas de la Amazonía, desfilaban lentos y silenciosos en el bloque ambiental, ligado a Marina Silva, que también apoya a Lula. Estaban encarnados en disfraces de felinos, aves, roedores. Un loro humano comía una rama ayer en el corazón económico del continente, rodeado de torres de acero y vidrio, de las principales empresas del país y del Bovespa.

Al final, una masa de motoqueros de reparto, el último eslabón del capitalismo digital, cerraba la caravana a puro cornetazo agudo, avance tranca y banderas de campaña.

A menos de 24 horas

El país está partido. Una fuerza es mucho más que una esperanza, es una historia de luchas de las disidencias, de ocupaciones en las ciudades y el campo, de sindicatos combativos contra la dictadura, es el fondo profundo y ancestral negro e indígena que rompió sus cadenas de esclavitud y es un gobierno que sacó a millones y millones de personas de la pobreza. La otra fuerza, también masiva, hoy se descompone en su propia violencia y racismo. El sábado 30, mientras la energía estallaba en el repique, el clac clac clac del tamborim y el paso rítmico de la Marcha de la Victoria, apenas a 10 cuadras, en pleno centro de San Pablo, la diputada nacional bolsonarista Carla Zambelli y su patota persiguieron pistolas en mano a un hombre negro y lo redujeron en el suelo, amenazándolo, después de disparar al aire. Zambelli, que entró a un negocio enfierrada y apuntando hacia adelante, dijo haber sido hostigada y empujada, sobran los videos que muestran lo contrario. Así sucedió hoy a la tarde en la ciudad más grande del continente, así sucede hasta en la localidad más chica de todo Sudamérica. Sucede masivamente, sucede todo a la vez, sucede en cuerpo a cuerpo en la calle y sucede en la pantalla de tu celular: la democracia y el fascismo se están enfrentando en todo el mundo.

La columna ocupaba en todo su ancho la Avenida Paulista. El calor era soportable porque el cielo estaba nublado; la tormenta recién se desencadenó a las 20:00. Cerca de las 16:00 arrancó la caravana, cuyo recorrido llegó hasta la plaza Roosevelt, otro sitio histórico de congregación y lucha, con fuerte impronta de la cultura under y juvenil.

A lo largo del camino, los puestos con conservadoras de bebidas se sucedían con preciada agua o con esa cervecita liviana y amable llamada Skol, la preferida por lejos de una concurrencia que a las 17:00 estaba efervescente. Algún puesto de choclo hacía recordar la playa, la mayor parte de la comida eran espetinhos humeantes, chorreando grasa para hacer llama, de vaca, pollo, cerdo, chorizo o queso.

No se registraron puestos de choripán.

Había dos carros principales, uno más al fondo del PSOL, con el diputado nacional Guilherme Boulos y la diputada provincial Ediane María como figuras principales y el concejal Eduardo Suplicy, un fundador del PT, con sus 81 años. Contemporáneo a Suplicy, el parlamentario inglés Jeremy Corbyn también estaba subido al móvil.

Más adelante, el carro principal llevaba a Lula, su vicepresidente Gerardo Alckim y Fernando Haddad junto a su vicegobernadora, Lúcia França. También allí estaba Marina Silva. Como un jubilado ekeko de la fortuna electoral, el Pepe Mujica acompañó el comienzo de la recorrida.

Mujica también estuvo presente con Lula, Haddad y Alckim en la conferencia de prensa previa a la Marcha de la Victoria. Los principales candidatos dedicaron el momento a hablar casi exclusivamente de las fake news, y no sólo de las que propala el bolsonarismo, también la de los medios presentes. Inmediatamente después, se subieron a un camión rodeado de un océano de gente.

A cuatro años

En Brasil, que siguió como política de Estado el modelo de no hacer cuarentenas, no fomentar medidas de cuidado y poner en duda todo el tiempo la letalidad del virus y la eficacia de las vacunas, el Covid 19 mató a más de 688 mil personas. Después de Perú, es el país de Sudamérica con más muertes de Covid por habitantes. Entre los países más poblados del mundo, es el primero.

Unos 33 millones de brasileños hoy tiene hambre, es el 16% de la población. Los programas de vivienda fueron paralizados. La deforestación de la Amazonía en 2022 fue la mayor en 12 años. La cantidad de incendios forestales también es la mayor en 12 años. Sólo en 2021, desaparecieron 13.235 kilómetros cuadrados de selva: es casi el equivalente a todo el departamento 9 de Julio de Santa Fe. La cantidad de armas en posesión de la población llegó a un millón en julio de 2022, un 187% más de las que había antes de la llegada al Palacio de Planalto de Jair Bolsonaro.

Violencia, pobreza, desamparo, destrucción del planeta. El viejo fascismo de masas se ajustó al nuevo capitalismo. Trocó hacia los individuos cualunques, los emprendedores sin destino, es un corporativismo nuevo, con cuerpos sueltos en la intemperie abajo y con el gobierno de las empresas arriba. Esto que estamos viendo en todo el mundo es fascismo, es fascismo de mercado o es el mercado entrando en su modo fascista.

Sudamérica y sus dictaduras neoliberales ya le habían enseñado al mundo que capitalismo y democracia liberal no se necesitan mutuamente. Sudamérica y su primera ola de gobiernos de izquierda, literalmente paridos en el Foro de Porto Alegre a comienzos de siglo XXI, le habían enseñado a las izquierdas del mundo que la democracia era una vía posible para llegar al poder del Estado, que el poder del Estado no es tan sencillo de ejercer como se imagina y que el poder del Estado es imprescindible para mejorar de forma real la vida de la población. Los fascismos de mercado hoy muestran al mundo que no sólo el capitalismo y la democracia no se necesitan mutuamente, sino que lentamente comienzan a oponerse entre sí.

Con 77 años, casi 50 años después de convertirse en líder sindical metalúrgico, Luiz Inácio Lula da Silva, el obrero que se convirtió en presidente, cara a cara a la multitud arengaba con su voz ronca y cascada y ondeaba la bandera de Brasil, el pulmón del planeta, el corazón de Sudamérica, el país más desaforado del mundo. Todas las esperanzas de una democracia real están depositadas en él. Y él deposita todas sus esperanzas en esa multitud agitando en las calles.

La Marcha de la Victoria no fue un cierre de campaña. Fue el primer acto político de defensa del tercer gobierno de Lula.

 

Cobertura desde Brasil: Gabriela Carvalho y Juan Pascual
Fotografía: Gabriela Carvalho

 

Realizado a través de múltiples apoyos, como:

 Ministerio de Igualdad, Género y Diversidad

 Sadop Santa Fe

 Diputado provincial Nicolás Aimar

 ADUL

 Concejala Laura Mondino

 Presidencia del Concejo Municipal

 Cámara de Diputados de la Provincia

 Concejal Federico Fulini

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