¿En qué búsqueda está hoy Mariano Llinás? Clorindo Testa es un documental con un objeto escurridizo: el arquitecto, la novela familiar, un libro, la forma cinematográfica. Un adelanto para la previa de la proyección, este martes en el Foro de la UNL.

Bueno, es así: hace un par de meses vi el trailer de Clorindo Testa, la última película de Mariano Llinás, y decidí que iba a verla. Pero a pesar de vivir en tiempos de plataformas y de links piratas, el deseo no fue tan sencillo de satisfacer. Durante los últimos meses, la película solo se proyectó los domingos a las 18 en el MALBA y en algún que otro festival. Entonces el domingo 10, después de votar, manejé hasta CABA. Más específicamente al barrio de La Recoleta. Dejé el auto en la calle del departamento que había reservado por teléfono y caminé hasta el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, justo a tiempo para retirar mi entrada y sentarme en la sala que, hay que decirlo, estaba más llena de lo que había previsto.

¿Qué se ve, entonces, en Clorindo Testa? La película lleva el nombre del famoso arquitecto argentino, responsable de, entre otros, el edificio de la Biblioteca Nacional, pero no es una película sobre su vida ni tampoco una película “para arquitectos”. Es la película de un autor. Mariano Llinás, conocido por ser uno de los guionistas de Argentina, 1985 y por su película La flor, que dura catorce horas, aparece al principio de la película ante la cámara en un falso backstage. Lo vemos que, ofuscado, busca un libro. Mamá, grita, ¿dónde está el libro de Clorindo Testa? Efectivamente, en el cuadro también vemos a la madre del director y protagonista, y a otros trabajadores del cine que están terminando de organizar el set.

Entonces, en un principio, esta no es una película sobre Clorindo Testa, sino sobre un libro titulado Clorindo Testa que Julio Llinás, el padre de Mariano, escribió en 1962. ¿Es eso? Ni tanto. La película se interroga a sí misma y rápidamente se responde que el delgado volumen no es suficiente. Y vuelve a empezar desde otros ángulos: la fundación que encargó una película y es timada por el director para filmar otra, un cuadro bastante deteriorado que Testa pintó y les regaló a los Llinás, un artículo periodístico que convenientemente aparece en La Nación en el medio del “rodaje” y se mete en la trama. Porque esta película, no es una película concebida en el guion o en la filmación, es una película, como ha explicado el director en varias entrevistas, que se termina de definir en la isla de montaje. Y es tan así que la isla y el montajista son parte fundamental de lo que vemos y ayudan a definir el ritmo del film. Se muestra una escena filmada desde el interior de un auto recorriendo el barrio de La Boca y oímos a Llinás gritar ¡Pará! y ya no estamos dentro del barrio, sino un paso más atrás. Ahora estamos viendo la pantalla en la que director y el montajista analizan la escena y la rebobinan y la vuelven a reproducir y hablan encima hasta que finalmente nos vuelven a depositar en el nivel de la película en el que habíamos iniciado. Esa operación es una constante en el film que hilvana los diferentes momentos. Otras dos constantes son la voz en off con tono detectivesco, una marca registrada de la casa, y la aparición de personas que una y otra vez escrutan el material para decirle en la cara al director: “Ah, es una película sobre tu padre” y Llinás, respondiendo, una y otra vez, enojado, “No, no es una película sobre mi padre”. Risas en la sala.

Busco el libro de Julio Llinás que está en mi biblioteca y que leí antes de ver la película. Tengo una frase subrayada que, si la memoria no me falla, aparece en la película de su hijo. Transcribo: “La obra de pintura es, asimismo, una obra de poesía, interpretando este vocablo en su sentido más profundo. Y porque no puede haber poesía donde no haya una aventura del espíritu”. Parafraseamos: “No puede haber cine donde no haya una aventura del espíritu”. Estas aventuras ya habían aparecido en películas de El Pampero, como el cuarto episodio de La flor, en el que Walter Jakob hace de Llinás, o El escarabajo de oro, dirigida por Alejo Moguillansky, en la que el grupo desvía el plan de filmar una película sobre la vida de una poeta suicida en Copenhague para filmar en Misiones mientras buscan un tesoro. Pero en Clorindo Testa, el método se consolida y ya no es como en los casos anteriores una película que usa la forma, sino una forma que usa la película.

 

Clorindo Testa (100 minutos) se proyectará en Santa Fe el martes 26 de septiembre a las 20 en el Foro Cultural de la UNL en el marco del 7º Ciclo de Cine y Arquitectura.

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