Aupac Santa Fe: cultivando salud comunitaria

La Asociación de Usuaries y Profesionales para el Abordaje del Cannabis y otras drogas garantiza el acceso legal al cannabis y sus derivados y acompaña de manera integral a las personas que lo utilizan. Conocemos su experiencia y los cruces entre salud, trabajo y militancia.

La semilla de lo que hoy es la filial santafesina de la Asociación de Usuaries y Profesionales para el Abordaje del Cannabis (Aupac) surgió a fines de 2021. Sus integrantes, que provenían de diversos recorridos militantes, identificaban una demanda de acceso al cannabis medicinal que las muchas veces vetustas propuestas de las instituciones de salud no podían satisfacer en términos de un acompañamiento integral, interdisciplinario y humanizado.

A principios de 2022 se concretó la articulación con la casa central de Aupac en Rosario, que desde 2017 brinda acompañamiento terapéutico a personas en tratamiento con cannabis. En abril de ese año se puso en funcionamiento el dispositivo en la ciudad de Santa Fe, con el objetivo de acompañar integralmente a las y los consultantes desde una perspectiva de salud comunitaria e interdisciplinaria.

La doctora Rocío Zorzón, una de las profesionales que trabaja en la clínica, explica que se trata de "consultas interdisciplinarias médicas-psicológicas, con una perspectiva de abordaje integral basada en el ser biopsicosocial, para poder plantear objetivos terapéuticos a mejorar con los fitoderivados de la planta de cannabis". "No solamente hacemos hincapié en los síntomas físicos, ya que muchas veces de distintos padecimientos orgánicos surgen condiciones que afectan la salud mental y el estado de ánimo del consultante y que mejoran notablemente con la terapia”, añade.

Las personas que llegan a la consulta pueden tramitar el Registro del Programa de Cannabis (Reprocann) sin costo adicional y acceder al abastecimiento legal de cannabis y derivados en sus distintas formas de administración: vegetal, aceites, cremas y óvulos. Todo lo que ofrece Aupac es de producción propia y 100% agroecológico, con análisis cromatográfico, indicación médica y certificación profesional. Además, ofrecen un servicio de jardinería para quienes cultivan, gestión del análisis de derivados, y asesoramiento profesional en políticas de drogas.

"Nuestra postura ante la salud también es militante"

Pausa dialogó con el biotecnólogo Fausto Botta -responsable del área de producción- y con la psicóloga social Luciana Hourcade -una de las profesionales que atiende en la clínica- sobre los orígenes de la asociación, la experiencia que fueron construyendo a lo largo del año y medio de funcionamiento del dispositivo, los paradigmas de salud que intentan poner en disputa y los desafíos que se plantean de cara al futuro.

—¿Cómo nace el grupo acá en Santa Fe?

—Fausto Botta: Surge a partir de un cambio en la forma de ver la militancia con respecto al cannabis y a la salud. La mayoría de los integrantes venimos del activismo y hoy militamos de otra forma, yendo directamente a garantizar el acceso a la salud a través del cannabis y los derivados y a garantizar el trabajo cannábico. Esos son dos objetivos históricos de nuestra militancia, y hoy en vez de ir a reclamarle a las autoridades por una legislación, vamos por la acción directa: ir y hacerlo con nuestro propio trabajo.

—Luciana Hourcade: Todo empezó volviendo a repensar la idea de lo comunitario. Entendíamos que faltaban espacios que integren desde una perspectiva de salud, lugares amigables para acompañar procesos o trayectorias sin una mirada médico hegemónica, sino desde lo alternativo y lo comunitario. Al principio con la clínica no teníamos consultantes, y a medida que empezó a llegar gente se pudo armar un flujo de consultantes interesante. Hoy estamos llegando a los 200, un poco más. Algunas personas vienen por el Reprocann y otras con patologías o diagnósticos un poco más complejos que requieren un seguimiento particular.

—¿Y cómo surge la idea de articular con la casa central de Aupac en Rosario?

—Fausto Botta: Ya veníamos compartiendo con Aupac y otras organizaciones del resto del país un espacio de articulación de la militancia cannábica que condujo a la formación de la Federación Argentina de Cannabis y Cáñamo. En ese marco, compartiendo con compañeras y compañeros de Rosario, surgió la idea de institucionalizarnos en Santa Fe como una filial de Aupac. Fue un desafío, porque éramos un grupo que ya venía con una identidad y una trayectoria grupal, y con el tiempo nos fue quedando cada vez más cómodo.

—¿Cómo llegan las personas a la consulta?

—Luciana Hourcade: llegan mucho por el boca en boca. Hacemos Reprocann porque entendemos que es la única forma de poder legalizar o regularizar los cultivos, y la gente se acerca porque está harta de la persecución y necesita un amparo. Pero la consulta no es solo el trámite del Reprocann: se arma una historia clínica completa, se abre un espacio de psicoeducación y decimos “te conviene más esta cepa, este quimiotipo, de esta manera, capaz que te vendría bien incorporar esto, o pensar en un aceite”.

—Fausto Botta: Con el tiempo también empezamos a ver algo muy interesante: gente que  llegaba nerviosa, que creía que tenía que inventar una patología para ir a hacer la consulta o algún motivo por el que fumaba. Lo que surgía de ahí era algo muy positivo, porque no sólo no le hacían un interrogatorio policial para justificar su consumo, sino que le permitían hablar de sus problemas, de qué cosas le servían y cuáles le hacían mal, cuándo le caía mejor y cuándo peor, momentos, estados de ánimo, por qué fumaba, cómo le estaba pegando y qué había detrás en su vida. La gente se iba muy contenta.

—¿Cuáles son las características de las personas que llegan?

—Luciana Hourcade: Tenemos muchos adultos jóvenes y adultos mayores, esa es la mayor población. Los grandes grupos son salud mental y dolor. Adultos jóvenes principalmente con ansiedad o insomnio de conciliación, y adultos mayores con fibromialgia, cuidados paliativos, personas con cáncer, con múltiples diagnósticos, que no pueden más con una dolencia. Otros motivos son depresión, dolores crónicos, consumos problemáticos, bruxismo o síndrome convulsivo.

—¿Y cómo abordan esos problemas?

—Luciana Hourcade: Nosotros ponemos en primer lugar a la persona que viene y tratamos de construir el acompañamiento juntos. No les decimos “tenés que hacer esto, esto y esto”. Tratamos de matar toda expectativa porque el cannabis es complementario y no viene a curar nada, pero sí tiene algo muy personal que tiene que ver con la trayectoria de la persona y la acompaña en muchos aspectos de su vida. Mucha gente viene con fibromialgia y empezás a indagar atrás de esa historia y hay mucho dolor en términos subjetivos, que se va profundizando y se empieza a expresar en el cuerpo. Viene mucha gente muy atravesada y patologizada por el sistema de salud, que toma 1500 medicamentos, que tiene un blister gigante de pastillas, nada conectado con nada. Mucha gente viene harta de eso, diciendo “mi hijo me dijo que tomo muchas pastillas, que por qué no pruebo con cannabis”. El cannabis es una planta que tiene muchos fines terapéuticos en tanto cómo lo ordenás y qué significado tiene para vos. Si vos te fumás un porro cuando llegás de trabajar porque venís recontra matado y te ayuda a bajar un cambio, es terapéutico: bueno, vamos a encuadrarlo y tratemos de ver qué más nos genera en el organismo, porque tiene un montón de funciones. Por eso la importancia de estos encuentros y entrevistas en profundidad, de conocer a la persona, sus inquietudes, que es algo que muchas veces en otros paradigmas médicos no está presente, es todo más automático. Hay mucho miedo en las consultas, miedo de que seamos la policía. Mucha gente está decidida a consumir cannabis, pero tiene miedo por la estigmatización que hay a nivel social, porque también está la idea de que si es medicinal está bien, pero si te fumás un porro no. Cada acompañamiento está armado muy artesanalmente, la cantidad de gotas, las dosis, porque cada cuerpo es distinto. Por eso también hacemos grupos de seguimiento.

—¿Qué otras áreas de trabajo tienen?

—Luciana Hourcade: Nos dividimos en las áreas de clínica, cultivo y producción. Hemos dado un par de talleres de cultivo, la idea es empezar a poner un poco en juego todo esto más en el afuera.

—Fausto Botta: Además la asociación participa del proyecto de extensión de la UNL de Cannabis, Ciencia y Sociedad, el cual dirijo. La clínica es la puerta de entrada para acceder al abanico de cosas que ofrecemos. Abastecemos lo que nos habilita la ley, que es cannabis y derivados en sus distintas formas de administración, elaborados de forma artesanal, 100% orgánicos. Aplicamos un método agroecológico para el cultivo y el control de plagas. Elaboramos flores de cannabis sativa hembra, de variedad indica y sativa, de los tres quimiotipos: THC, THC y CBD y CBD. Con eso también se hacen aceites. Hacemos la extracción y se le hacen dos controles de cannabinoides o cromatografía en el laboratorio de la UNL, para poder formular bien todas las concentraciones que se necesitan de los tres quimiotipos y tener un análisis final del producto que se entrega para cualquier control.

—Luciana Hourcade: Eso no es menor, porque viene un montón de gente al consultorio que estuvo probando otros aceites y no les sirvieron porque como no están regulados y son productos artesanales, la mayoría no cuenta con análisis cromatográfico. Entonces a veces han consumido muy poca cantidad de cannabinoides, o no tenían nada, o les han vendido productos que no eran para ellos. La idea es saber qué está tomando la gente, qué se lleva, cuántas gotas. Además hay consultantes que cultivan, entonces hacemos asesoramiento. Muchos han llevado sus aceites para que les hagamos el nexo para que hagan el análisis cromatográfico.

—Fausto Botta: De cara al 2024 estamos buscando conseguir una sede donde no solo podamos atender inquietudes y hacer el consultorio, sino también donde exista un espacio de socialización, un lugar seguro para las personas que puedan sentir una hostilidad con respecto a su relación con el cannabis en el exterior.

—¿Cómo definirían la salud comunitaria y cómo encuadrarían su importancia en este contexto político y social?

—Fausto Botta: Tiene que ver con lo que decía, de ver el trabajo como una continuación de la militancia. Aprender a organizar un lugar de trabajo democráticamente ya es una militancia en sí. Es un ejercicio que nos tenemos que dar porque nadie nos lo enseña, y la única forma de aprenderlo y mejorarlo es ponerlo en práctica, cometer errores y resolverlos e intentar crecer. Y por otro lado queremos recuperar la valorización de la democracia. Si nos tenemos que quedar con el argumento de que la democracia era votar a Massa, perdimos; me parece que nos podemos poner más creativos y disputar la democracia en donde trabajamos, en la forma en la que trabajamos, que es la forma en la que más impactamos en nuestra sociedad.

—Luciana Hourcade: Tenemos una postura muy clara sobre el trabajo, lo comunitario, lo cooperativo, la economía solidaria. Y nuestra postura ante la salud también es militante. Entender a la persona que viene no como un paciente en eterna espera, sino como un consultante. Partimos de preguntarle cómo viene y cómo llegó, y eso no pasa en cualquier lado. Incluso, si bien cobramos la consulta, también tenemos muchas personas que no la pueden pagar y preferimos que esa persona tenga el acceso al cannabis que necesita. Eso lo estamos garantizando las organizaciones sociales, que hace años somos el brazo ejecutor de la política pública.

—¿Y cómo ponen en juego estas cuestiones en el consultorio?

—Luciana Hourcade: No vamos a curar ni a salvar a nadie, pero sí vamos a enfocarnos en crear espacios más amistosos, más saludables y que integren. La gente llega muy rota, totalmente destruida. La mayoría de los diagnósticos son por dolor, y atrás ves trabajos terribles, precarización, gente que trabajó años y años y eso le trajo dolencias en el cuerpo y niveles enormes de estrés. Hay que empezar a ver que no es tu culpa, que no sos una carga para el otro. La idea es que las personas se puedan encontrar con otras que están pasando por lo mismo, empezar a trabajar un poco más lo grupal. Eso es lo principal: poder romper con el individualismo.

—Fausto Botta: Es una sociedad que padece problemas de salud integral claramente conectados con la salud mental, que a su vez están causados por problemas sociales. La atomización, la individualización social, la falta de conexión: este contexto es patologizante. No creo que vayamos a encontrar una sanación para eso en un sistema de salud cada vez más privatizado, más individualista, más excluyente. Existen otras redes de la economía y esas redes tal vez necesitan otro enfoque para la salud.

—¿Cómo analizan el panorama en relación al acceso al cannabis y a la salud, con este nuevo gobierno?

—Fausto Botta: Me preocupa que el enfoque con respecto al cannabis pueda empeorar, por un lado con la estigmatización típica que busca criminalizar a personas usuarias para hacer números estadísticos con el consumo. Acá en la provincia podemos empezar a experimentar la participación de las fuerzas provinciales y de la Justicia Provincial en la persecución del menudeo, que es un eslabón completamente reemplazable de la cadena del narcotráfico. Por otro lado, hay una expectativa de exportación con el cannabis, en el mundo las flores de calidad terapéutica cotizan muy alto y los países que pueden producir exportan. Argentina puede exportar, las cooperativas y las organizaciones podemos exportar, pero puede haber políticas económicas que habiliten el desembarco de grandes capitales que produzcan en una gran cantidad, con tecnologías inaccesibles para la gran mayoría de los cannabicultores. Copan el mercado y copan la exportación, generando un monopolio; vas a tener a Farmacity pudiendo vender flores en la farmacia.

—Luciana Hourcade: A mí también me preocupa mucho el retroceso con la Ley de Salud Mental, con la propuesta de volver a crear manicomios. Tenemos una ley fabulosa, que no se aplica, lamentablemente, pero que es una de las mejores en el mundo. Estos espacios alternativos de acompañamiento deberían empezar a ser visibilizados, porque son opciones para mejorar la salud sin seguir alienando a los sujetos. En ese sentido, creo que es necesario que las organizaciones cannábicas nos empecemos a meter en algunos espacios de discusión. Tenemos que tener una militancia activa, estar en la calle, ir a las multisectoriales, estar en todos los espacios de trinchera y de lucha, meternos donde la gente disputa salud y habla de territorio y de comunidad. No podemos seguir relegados en este microclima de las asociaciones cannábicas, que hacemos una marcha una vez al año y encima se termina dividiendo en dos. Es necesario que empecemos a unirnos, salir a la calle y hacer trinchera con otros.

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