El trazo fino de las cifras del domingo describe el batacazo que dejó a todos con la boca abierta hasta el suelo. Los votantes nuevos, la Córdoba delasotista, el conurbano y el radicalismo, las claves.

En la primera vuelta uno sacó el 38% de los votos y el otro el 25%. Mientras tanto, el primero acompañaba candidatos victoriosos en las provincias y el segundo acumulaba caras largas y una rasposa victoria en su terruño, la Capital Federal. Pero en la segunda vuelta, el primero bajó al 36% y el segundo subió a 34%. Scioli y Macri van al balotaje el 22 de noviembre, en una elección extraordinaria más de nuestra democracia reciente.

Es imposible saber con exactitud, a tan poco del domingo 25, cómo fluyeron las voluntades desde las primarias de agosto a estas generales de octubre. Sin embargo, no es un exceso decir que Mauricio Macri, con 8.335.397 votos sobre el 96,39% escrutado, retuvo todos y cada uno de los sufragios que Ernesto Sanz y Elisa Carrió obtuvieron en las primarias (1.270.786, sumados). Así, la Convención de Gualeguaychú significó dos cosas. Una ellas: la implosión de la simbología de la Lista 3 y la sobrevida de un versión edulcorada de Alfonsín, que recuerda más al héroe institucional que al tipo que se le plantaba por la deuda externa a Ronald Reagan, y en Estados Unidos. La otra: que la maquinaria distrital de la UCR respondió a las directivas de Ernesto Sanz.

[quote_box_right]Mauricio Macri, con 8.335.397 votos sobre el 96,39% escrutado, retuvo todos y cada uno de los sufragios que Ernesto Sanz y Elisa Carrió obtuvieron en las primarias (1.270.786, sumados).[/quote_box_right]

La UCR puso los cuerpos con los que no contaba el PRO, distribuidos por todo el país, enhebrados en las parroquias de la provincia de Buenos Aires. Desde mantener el redil hasta fiscalizar la elección, el partido actuó orgánicamente para el resultado de Cambiemos. El PRO casi pierde su elección en Capital Federal y perdió la de Santa Fe, que era su objetivo fuerte. En la primera Sanz y Carrió jugaron para Martín Lousteau (que hubiera ganado con los votos de la izquierda, que fue al blanco o al ausentismo, ¡y qué distintas serían las cosas!). Y en Santa Fe, el radicalismo apoyó al socialismo contra Miguel Torres Del Sel, y vaya que su aporte fue sustantivo para pasar de la derrota en las primarias provinciales al triunfo ajustadísimo de Miguel Lifschitz en la general.

Pero no es suficiente. Macri sacó 5.523.171 votos en las primarias nacionales. Todavía falta explicar un millón y medio más de voluntades que apoyaron a la fórmula 100% porteña.

Allí están los votos de De la Sota (1.408.482) y el aumento en la cantidad de votantes, de agosto a octubre. Los 22.551.379 votos válidos afirmativos de las primarias subieron a 24.228.213 en las generales. Más de 1.600.000 de votos. En trazo grueso, son tres millones de votos en busca de un candidato. Y Sergio Massa aumentó su caudal de 3.230.900 a 5.168.173, casi dos millones de votos que también provienen de esos tres millones que estaban flotantes.

Más claro: prácticamente ninguno de los nuevos votantes optó por Daniel Scioli. Todos y cada uno de ellos se repartieron entre Sergio Massa y Mauricio Macri.

En el absoluto reverso, está la elección de Scioli. Se da por descontado que no le arañó votos a nadie. Los pases de figuras del massismo no le sirvieron, en Córdoba apenas subió de 12.74% al 19.21% (y Cambiemos clavó un 53,24%... así juegan los votos de De la Sota). En las primarias llegó a 8.720.146, en las generales subió a 8.910.406. Dan ganas de ponerlo en mayúsculas: en dos meses y medio de campaña Scioli no sumó nada de nada. De nada.

La candidatura de Aníbal Fernández no funcionó. ¿Hubiera sido distinto con el menos frontal Julián Domínguez como cabeza en Buenos Aires? Chi lo sá. Lo cierto es que Fernández cayó ante María Eugenia Vidal y que Scioli bajó su perfomance en las seccionales más populosas de todo el conurbano: en la primera sacó un 37% en agosto y un 35% en octubre; en la segunda 35% y 34%; en la tercera, sede de La Matanza, bajó de 46% a 43%. Scioli no sólo no elevó resultados por debajo de los pisos logrados por el kirchnerismo en 2007 y 2011: los bajó más.

¿La culpa es de Aníbal Fernández? No. El candidato a gobernador levantó 3.070.674 votos en la provincia; Scioli sumó 3.387.883. La diferencia apenas supera los 300 mil votos. La conclusión: los dos candidatos, en conjunto, no movieron el amperímetro e hicieron una pésima elección en el territorio que suma el 37% del electorado nacional.

Margarita Stolbizer y Adolfo Rodríguez Saá perdieron algunas decenas de miles de votos, Nicolás Del Caño ganó otras. No explican nada de las cifras finales, pero sí contienen un monto preciado para noviembre: suman el 7% del electorado, aunque no se los pueda agregar porque los tres sectores son completamente distintos. El Adolfo retuvo su folklórica performance puntana, Margarita quizá sí abrevó de la imaginería de la Lista 3, quién lo sabe, y la izquierda repartirá su 3% entre el anti macrismo y el voto en blanco.

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