Mientras el socialismo todavía atraviesa el duelo por la pérdida del ex gobernador, la UCR acelera el armado de un “frente de frentes” y el PDP hace las valijas para sumarse a Juntos por el Cambio.

La muerte de Miguel Lifschitz aceleró el proceso de reordenamiento del campo opositor en la provincia de Santa Fe. Sin su líder y principal elector, el Frente Progresista ingresó en etapa de deliberaciones y ya nada será como hasta ahora. El hipotético escenario de tres tercios que algunos analistas observaban como consolidado, y que tuvo su pináculo en las elecciones provinciales de 2015, irá quedando atrás para dar paso a un esquema de polarización idéntico al que se da a nivel nacional entre el Frente de Todos (el PJ y sus aliados) y los partidos de Juntos por el Cambio, con el PRO y la UCR como fuerzas centrales.

Desde el fallecimiento del ex gobernador socialista el pasado 9 de mayo, víctima de un cuadro severo de coronavirus, en solo diez días se sucedieron una serie de movimientos que van a decantar en un nuevo escenario político, definitivamente distinto al de los últimos 15 años. Repasemos los más importantes:

• Los radicales del NEO, el sector mayoritario de la UCR provincial, aceleraron a fondo hacia la construcción de un frente electoral no peronista para los comicios de medio término. El senador Felipe Michlig y el diputado Maximiliano Pullaro lideran esa tarea con la venia del ex vicegobernador de Santa Fe y actual presidente del partido a nivel provincial, Carlos Fascendini. La meta es reunir a los partidos del Frente Progresista y de Juntos por el Cambio, una idea que Lifschitz había rechazado en su momento y que ahora vuelve a cobrar fuerza. A través de una carta abierta, Michlig postuló el objetivo de “consolidar una herramienta política que permita un triunfo en la elección nacional del presente año y siente las bases de la alternancia en el gobierno provincial en 2023”. Pullaro adhirió con el siguiente mensaje: “La UCR trabajará para unir la oposición al kirchnerismo. Debemos escuchar la demanda de amplios sectores de la sociedad que piden confluir en un espacio común que defina un programa de desarrollo y le ponga un freno al ‘vamos por todo’.”

• El espacio de Juntos por el Cambio que orientan el ex intendente de Santa Fe José Corral (UCR) y el concejal rosarino Roy López Molina (PRO) sumó en los últimos días el aval explícito del jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta. Corral y López Molina quieren construir el “larretismo” santafesino en contraste con los orgánicos de Juntos por el Cambio que siguen respondiendo a la conducción de Mauricio Macri y Patricia Bullrich. Habrá que ver si esas diferencias internas persisten o, por el contrario, si se difuminan con el paso del tiempo en vistas al turno electoral de 2023.

• El Partido Demócrata Progresista (PDP), uno de los tres fundadores del Frente Progresista junto al socialismo y la UCR, ya empieza a despedirse de la coalición. Sus principales dirigentes vienen teniendo contacto frecuente con el ala de Juntos por el Cambio que lidera Rodríguez Larreta: el lunes 17 hubo un encuentro entre dirigentes del PRO –encabezados por López Molina–, sus aliados de la UCR y los equipos técnicos del PDP, liderados por la ex diputada nacional Ana Copes. El objetivo: sumar volumen al armado político opositor en vistas a las elecciones legislativas de 2021 y en camino hacia una alternativa para la provincia en 2023. Ese mismo día, unos 200 dirigentes del PDP compartieron una actividad virtual junto al jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. El diputado provincial y secretario general del PDP santafesino, Gabriel Real (quien actualmente integra el interbloque del Frente Progresista en la Legislatura), dejó en claro que “evidentemente para la mayoría del PDP santafesino la grieta no es opción” y agregó: “La esperanza está puesta en salir de este esquema con acuerdos amplios”.

• Al mismo tiempo, el ex intendente de Santa Fe y ex embajador en Uruguay Mario Barletta lanzó en las redes sociales su precandidatura como senador nacional y postuló la necesidad de “ponerle freno al kirchnerismo”. Para conseguirlo, Barletta llamó al resto de los partidos opositores a conformar un acuerdo amplio “sin sectarismos ni divisiones” y dijo que, a su entender, “la situación social, económica e institucional del país lo está reclamando”. Como sus correligionarios del NEO, Barletta también imagina un frente amplio en el cual puedan confluir el Partido Socialista, al PRO, la Coalición Cívica y la UCR. El ex rector de la UNL explicó su estrategia en Twitter: “La convocatoria a formar un frente opositor al kirchnerismo la realizamos a los partidos. Pero también a la ciudadanía que no está conforme con la situación actual. Ningún dirigente es el dueño de su espacio político. Juntos por el Cambio perdió las elecciones del país por no ampliarse y el Frente Progresista perdió la provincia por cerrarse en sí mismo. Hoy la ciudadanía reclama una alternativa superadora. La oposición tiene que reconfigurarse, tener una propuesta de futuro e incorporar a los nuevos emergentes”.

• Mientras los dirigentes del NEO aceleran hacia el “frente de frentes”, el otro espacio fuerte de la UCR frentista –Radicales Libres– se mantiene dubitativo ante las últimas novedades. En las primeras horas tras la muerte de Lifschitz, ese sector parecía dispuesto a impulsar el “fortalecimiento” del Frente Progresista como forma de honrar el legado del ex mandatario socialista. Pero en los últimos días parece haber un viraje en línea con el planteo aperturista del NEO. El senador provincial Lisandro Enrico, uno de los referentes principales de Radicales Libres, declaró al diario El Litoral que es necesario “simplificarle la elección a la gente” y “explorar la posibilidad de una alternativa más amplia y potente, con un marco de referencias nacionales” para las elecciones intermedias: “La ausencia de Miguel Lifschitz deja un vacío en la oposición que nos obliga a redoblar esfuerzos para construir una alternativa, ya no tenemos su candidatura para enfrentar al kirchnerismo a nivel nacional y provincial. Esa dolorosa novedad política y la derrota electoral de 2019 nos pone en otro escenario”.

¿Hay Frente Progresista sin Lifschitz?

Sin Lifschitz, la continuidad del Frente Progresista es una incógnita. El ex mandatario deja un vacío que será difícil de ocupar en el Partido Socialista y en la coalición que integra, pero también en el tablero más amplio de la política provincial. Hasta su muerte, el ex gobernador era el dirigente político con mejor imagen y con mayor intención de voto en la provincia. Su potencial candidatura para un nuevo turno en la Casa Gris, en 2023, era casi un hecho, aun cuando ni siquiera había confirmado su participación en las elecciones intermedias de este año.

El diputado socialista Joaquín Blanco, uno de los dirigentes más cercanos al fallecido ex mandatario, pronunció en la última sesión legislativa un discurso de homenaje durante el cual intercaló algunas referencias sobre las últimas acciones de Lifschitz antes del Covid: “Miguel estaba pensando el futuro y se fue pensando el futuro”. Sobre el final del discurso, Blanco también izó las banderas partidarias, en un mensaje a propios y ajenos: “Miguel, tu proyecto continúa”.

Ese mismo día el ex ministro de Gobierno de Lifschitz, Pablo Farías, fue elegido por unanimidad como nuevo presidente de la Cámara de Diputados. Tras la sesión Farías declaró: “Ahora es el momento de proteger al Frente Progresista. Ese era el deseo de Miguel Lifschitz. Por supuesto, habrá tensiones, pero estamos convencidos de que podremos sostenerlo”.

La arenga de Blanco y el reconocimiento de las tensiones internas por parte de Farías dejan a la vista que, aún en pleno duelo, ya hay movimientos de reordenamiento al interior del Frente Progresista. Como Hermes Binner en su momento, Lifschitz funcionaba como amalgama de la coalición pluri-partidaria y mantenía unidos a sus diferentes sectores internos. Ahora todas las miradas están puestas en lo que vayan a decidir los líderes de cada sector de la UCR.

El radicalismo vuelve a posicionarse como el árbitro que puede inclinar la cancha hacia uno u otro lado. Para las fuerzas políticas de la provincia de Santa Fe va a ser muy difícil abstraerse del esquema de híper polarización que se observa a nivel nacional. Por eso es clave observar las decisiones de la UCR: en 2015 sostuvieron el Frente Progresista en Santa Fe mientras aportaban al triunfo de Mauricio Macri a nivel nacional; en 2019 la división partidaria entre la UCR frentista y los radicales macristas terminó favoreciendo a Omar Perotti. En los últimos meses parecían dispuestos a acatar la decisión de Lifschitz –que rechazaba la idea de un “frente de frentes”– siempre y cuando el ex mandatario decidiese encabezar la propuesta electoral en la categoría de senadores nacionales. Ahora todo volvió al punto de inicio.

El nuevo escenario y los interrogantes que se dispararon tras la muerte de Lifschitz quedaron sintetizados en un artículo reciente publicado en el diario El Ciudadano: “Si hasta 2019 el NEO sostenía la idea de alambrar la provincia para que la grieta no haga estragos dentro del Frente, los resultados de ese año parecen haber desdibujado esa estrategia. Ahora los popes de ese sector (Maximiliano Pullaro, Felipe Michlig y Carlos Fascendini) piensan que hay que involucrar a la provincia en la disputa nacional y que el radicalismo santafesino tiene que ser un protagonista central en un frente amplio que enfrente al oficialismo nacional y provincial. Por todo ello, en las próximas semanas serán determinantes las decisiones que tomen cada una de las tribus radicales; a partir de ellas se reconfigurará el espacio opositor y quedará más claro el escenario electoral de cara a los comicios intermedios”.

Si no se reinventa, el socialismo irá perdiendo la centralidad que tuvo en la provincia de Santa Fe desde 2003 y, con mayor preponderancia, entre 2007 y 2019. Los desafíos inmediatos son inmensos: debe construir, sin líderes excluyentes, una opción de poder en un terreno cada vez más dominado por la polarización nacional. Para ello, será necesario que sus dirigentes y militantes perfilen una propuesta que justifique la mera existencia de un “tercer espacio”, con identidad propia, más allá de las definiciones de casete a las que han apelado en los últimos dos años en las que igualan al peronismo y al macrismo en la postura naif de “todos son lo mismo”.

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