La necesidad de hablar sobre seguridad a partir de datos

    El asesinato en robo de una niña de 11 años o de un cirujano que hizo su carrera partiendo de un barrio carenciado provocan desolación. Sin embargo, las políticas públicas, sobre todo cuando tienen que ver con la seguridad y la libertad, no pueden decidirse por emociones, sino a partir de datos.

    Baja de la edad de imputabilidad, leyes más duras, policías más violentos: los homicidios tocan fibras sensibles de la población y abren el camino para la legitimación de los discursos que, sobre el desamparo y la desolación, plantean las vías más rápidas y obvias de encontrar soluciones. Sin embargo, no está claro ni es evidente que sean las más eficaces. Y tampoco está claro que vivamos en un país donde los problemas de seguridad pública sean cada vez mayores. Todo lo contrario.

    Quienes son madres o padres vivieron el asesinato de Morena Domínguez con pavor. La escena fue atroz, angustiante. Lo mismo se puede decir del homicidio de Juan Carlos Cruz, un cirujano que en su práctica nunca olvidó sus raíces de barrio carenciado. Pero las políticas públicas no pueden decidirse sobre las emociones ni las percepciones particulares. 

    Argentina tiene un sistema de recolección de datos sobre homicidios que en 2018 obtuvo la categoría A por las ONU. Es la categoría más alta. Sobre esas estadísticas del Sistema nacional de información criminal es que debe tomar el Estado sus decisiones, no sobre discursos que se nutren como vampiros en el dolor que todos sentimos por las muertes injustas.

    Las cifras

    El principal resultado que da la estadística del Sistema nacional de información criminal es que Argentina tiene una tasa de homicidios de 4,2 personas cada 100.000 habitantes en 2022, último dato. Es una cifra bajísima. Junto con Chile y Bolivia, está entre las tres mejores de Sudamérica. Está muy por abajo de Uruguay, que suele presentarse como modelo de tranquilidad, pero que posee una tasa de 11,1 homicidios cada 100.000 personas. Ni que hablar de Brasil, con una tasa 22,3. Estados Unidos tiene una tasa de 6,5.

    Ese número, no obstante, habla de una realidad demasiado general. Lo cierto es que sobre 530 departamentos en el país, 212 departamentos no tuvieron ni un homicidio en todo 2022 y 155 tuvieron uno o dos homicidios en todo el año. Apenas en 39 departamentos hubo 10 homicidios o más.

    En la comparación respecto de la tasa nacional, 277 departamentos tienen una tasa inferior a 4,2 y 128 una tasa superior. Así se revela observando el mapa de homicidios por departamentos.

    En cantidades absolutas de homicidios, los distritos más afectados son:

    Rosario 291
    La Matanza (Buenos Aires) 126
    CABA 89
    La Capital (Santa Fe) 66
    Capital (Tucumán) 50
    Capital (Córdoba) 46
    La Plata (Buenos Aires) 38
    Lomas de Zamora (Buenos Aires) 35
    Moreno (Buenos Aires) 34
    General Pueryrredón (Buenos Aires) 32

    Observando la tasa, los resultados son otros:

    Rosario 21,67
    General Manuel Belgrano (Misiones) 21,40
    Libertador General San Martín (Chaco) 12,20
    General Rodríguez (Buenos Aires) 11,87
    Presidente Perón (Buenos Aires) 11,75
    La Capital (Santa Fe) 11,51
    Orán (Salta) 11,23
    Patiño (Formosa) 9,91
    Comuna 4 (CABA) 9,53
    Comuna 7 (CABA) 8,76

    En todos los casos, como se observa en los mapas, los problemas de seguridad pública relacionados con los homicidios están fuertemente focalizados. Y en ese foco sobresalen algunas realidades a atender: las dos ciudades principales del Santa Fe, la frontera norte de Argentina, ciertas zonas de Área Metropolitana de Buenos Aires. No mucho más.

    ¿Vamos mejor o peor?

    Los discursos que fomentan la angustia como vía de legitimación de la mano dura tienen otra veta, que suma al desamparo: remarcan que el transcurso de la vida es una degradación continua, que cada vez se está peor. Es necesario decir que la inseguridad crece sin parar en el tiempo para que las medidas que se tomen siempre parezcan ineficaces o insuficientes, desde una perspectiva de endurecimiento de la violencia estatal.

    Pero lo cierto es que es absolutamente al revés. La cantidad absoluta de homicidios en Argentina bajó de 3040 en 2014 a 1961 en 2022. De nuevo, es muchísimo. Es una mejora muy sensible. La cantidad de homicidios en Argentina cayó un 35% entre 2014 y 2022.

    Pero, además, en 192 departamentos no varió y en 183 departamentos cayó la cantidad de homicidios en ese lapso. Es decir, en el 70% de los departamentos de Argentina la cantidad de homicidios se mantuvo o cayó respecto de 2014. En concreto, en el 34% bajó. Así se ven las variaciones a escala provincial.

    Las variaciones son muy significativas. La provincia de Buenos Aires tuvo una caída del más del 40% en la cantidad de homicidios entre 2015 y 2022. En la comparación con ese año, sólo Tierra del Fuego, Catamarca y Misiones tienen más homicidios.

    En la comparación con 2019, sólo en Misiones, Santa Fe, San Luis, La Pampa y Neuquén se registraron incrementos en la cantidad de homicidios. Se destaca en los últimos años la caída en la cantidad de homicidios en Entre Ríos y Corrientes, superior al 50%.

    Es falso que hoy estamos peor que ayer. Hoy estamos mucho mejor que ayer en materia de homicidios. Son datos. No apaciguan ningún dolor, no dan ningún sosiego ante una pérdida, pero le dan contexto a quienes quieren montarse sobre el miedo para poder imponer agendas de mayor violencia.

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