“Hoy se está cumpliendo un sueño, termina una época entera sin violencias”, comenzó el presidente Mauricio Macri su primer discurso en funciones, frente a la Asamblea Legislativa. Un inesperado reconocimiento al que, sin embargo, no le asignó ningún sujeto ni responsable. “Por eso, tenemos que ser optimistas respecto de nuestra esperanza y nuestro futuro”, continuó.

En una alocución breve, Macri hizo énfasis en un tópico principal: la gestión del conflicto social como un problema de unión y racionalidad. O, dicho de otro modo, la calificación del conflicto como un resultado de la irracionalidad y la confusión. No hubo señalamientos de ninguna medida de gobierno en su detalle, ni siquiera en trazo grueso, aunque se esbozaron algunos horizontes políticos generales.

Para resaltar, sólo tres planteos duros: respecto de la Asignación Universal por Hijo, Macri dijo “Vamos a universalizar la protección social, para que ningún chico quede desprotegido”; sobre la gestión, afirmó que incorporará políticas de gobierno abierto y transparencia en la publicidad de la información, ya que “Esconder y mentir sobre nuestra realidad es una práctica que nos ha hecho mucho, mucho daño. Enturbia y entorpece la gestión pública”; sobre la posición diplomática y comercial internacional, interpeló a los mandatarios latinoamericanos presentes –Tabaré Vázquez, Rafael Correa, Evo Morales, Michelle Bachelet, Dilma Rousseff, Horacio Cartés, Juan Manuel Santos y Ollanta Humala– y les marcó cancha: “Tenemos una visión nueva de la política”, indicó, para luego catalogar la historia reciente –acaso, la que comenzara con el No al Alca– como el “tiempo de la confrontación”.

En un hecho totalmente excepcional en la historia de los discursos presidenciales –de asunción, de estado de la Nación o ante organismos internacionales de mayor jerarquía, como la ONU– el presidente Mauricio Macri no mencionó nunca a las Malvinas. Elípticamente, el principal conflicto de soberanía territorial fue indicado con un “Sostendremos nuestros reclamos”.

Congreso vaciado

Tal como habían advertido desde el martes pasado, los legisladores del Frente para la Victoria no estuvieron en sus bancas, en repudio a la jugada judicial que determinó el fin del mandato de Cristina Fernández de Kirchner a las 24.00 del miércoles y la consecuente designación del presidente del Senado, Federico Pinedo, como presidente provisional. Una parte del vergonzoso sainete sobre el traspaso de la banda y el bastón presidencial, mientras las cosas importantes pasaban por otro lado y, a la vez, un hecho judicial tan histórico como patético, que resultó en una jura deslucida por las ausencias.

Sin embargo, en el recinto estuvieron presentes el senador santafesino Omar Perotti, el ex y el acutal gobernador de Tucumán, José Alperovich y Juan Manzur, los gobernadores de Salta y Formosa, Juan Manuel Urtubey y Gildo Insfrán, el ex gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, y otras figuras del justicialismo.

Promesas y líneas

Tres tópicos orientadores recuperó Macri, en tono con su línea de campaña: pobreza cero, combatir el narcotráfico y unir a los argentinos. Al respecto de los dos primeros, esbozó estas generalidades

Infraestructura: “que todos puedan tener un techo con agua corriente y cloacas”, “vamos a urbanizar las villas”. Además guiñó a los capitales extranjeros al señalar que promoverán una “inversión inteligente y expansiva”

Trabajo: “Producir una transformación para que se multipliquen las fuentes de trabajo”

Seguridad: “Combatir el narcotráfico como ningún otro gobierno lo hizo antes” para “Devolver tranquilidad y seguridad a las familias de todo el país”

Educación: “Vamos a darle más prestigio y valor a la vocación docente”, para generar una “revolución en la educación pública” que promueva “una ética del crecimiento y la superación” y logre “la fiesta de la creatividad y la innovación”.

Gestión: “Este gobierno va a combatir la corrupción. Los bienes públicos pertenecen al conjunto de los ciudadanos. Voy a ser implacable con todos los que dejen de cumplir lo que señala la ley”.

Justicia: expresó su “total apoyo a la justicia independiente”, en tanto fue “un baluarte de la democracia e impidió que el país cayera en un autoritarismo irreversible”. Señaló que “No puede haber jueces militantes de ningún partido”.

Verdad, razón, acuerdo y equipos

La categorización del pasado –la época que terminó o, en concreto, la fuerza política del gobierno saliente– se organizó a partir de las ideas de autoritarismo, falsedad, egolatría, irracionalidad y enfrentamiento. “El autoritarismo no es una idea distinta, es el intento de limitar las ideas y la libertad de las personas”, explicó y expresó su oposición a “avasallar las instituciones con proyectos personalistas”. El presidente señaló “años de enfrentamiento inútiles”, y repitió que los argentinos están “cansados de enfrentamientos inútiles”, producidos en un “escenario donde los dirigentes mienten con datos falsos”. En contradicción con el enunciado con el comenzó su discurso, en una fórmula extrema, Mauricio Macri le asignó al pasado reciente estos rasgos: “La confrontación crea conflictos innecesarios, ideas y fanatismos que nos han llevado a la violencia, a la incapacidad de razonar y a la falta de amor”. “Voy a seguir siendo el mismo: aquel que esté cerca, que escuche, que habla sencillo y con la verdad, que comparta sus emociones y que recuerde siempre que no es infalible”. El oxímoron –excepto que verdad signifique sinceridad– articula uno de los ejes del discurso: “Que nuestro lugar de encuentro sea la verdad”. Con mayor precisión, el sistema de oposiciones es más preocupante: el conflicto es la no verdad y la sinrazón; el acuerdo es la verdad y la racionalidad. “En la pelea irracional no gana nadie”, expresó el presidente, a lo que se le agrega “Se viene un tiempo nuevo: el tiempo del diálogo, el respeto y el trabajo en equipo” y “Tenemos que sacar al enfrentamiento del centro de la escena y poner en ese lugar al encuentro”. “Pude armar buenos equipos que construyeron soluciones concretas para los problemas de la gente”: así define Macri a la práctica de la política. Los equipos, la verdad y la razón, como los votos, están de su lado. Por ende, Macri guía a los descarriados: “Los invito al arte de acuerdo. Desafiemos todo lo que alguna vez nos haya confundido. Está en nosotros superar las situaciones que nos hayan separado y alejado del camino del crecimiento”.

“Siempre voy a ser sincero con ustedes”, prometió el presidente, que varias veces necesitó leer para mantener el hilo de sus argumentos. No hubo ninguna definición contundente sobre el programa económico del porvenir.

Woh, oh, woh, oh, estoy con vos

En el Congreso, la mirada por siempre extraviada del ex presidente De la Rúa (el radical que más tomas tuvo en la TV), el sacote blanco narcostyle de Felipe Solá, el cuasi mohicano de Nito Artaza, la saliva que tragó Sergio Massa justo cuando fue ponchado por la cadena nacional, mientras Macri decía “Estamos unidos por la vocación democrática”, y haber nominado como “el Adolfo” a Rodríguez Saá fueron momentos memorables. La única referencia histórica específica y personal fue para Arturo Frondizi, presidente radical durante el período de proscripción del peronismo.

Macri

Tras el viaje desde el Congreso hasta Casa Rosada, llegó el momento en cuestión, que no duró más de cuatro minutos. Pinedo firmó el acta como presidente provisional y, luego, calzó la banda presidencial en el cuerpo de Macri. Como siempre, hubo dudas respecto de cómo diablos se manipula el simbólico atuendo.

Desde el público, Susana Giménez estuvo presente y tiró una boquita. No se la vio, al menos por TV, a Mirtha. El ex presidente De la Rúa y la conductora de TV.“Parece que fue ayer cuando nos animamos a soñar que los argentinos podíamos vivir mejor”, arrancó Macri ante la multitud congregada en la Plaza de Mayo, en la que se entremezclaban banderas argentinas –mayoritariamente– con alguna bandera radical y bastantes remeras y gorros amarillo PRO.

Como frases sustantivas, desde el mítico balcón de la Casa Rosada, Macri dijo que quiere “que nos podamos expresar en libertad en la República Argentina, que podamos pensar diferente pero trabajar juntos”, prometió “siempre decirles la verdad, siempre ser sincero, y mostrarles cuáles son los problemas”, afirmó que ya tiene “un equipo listo para empezar  trabajar” y lanzó uno de sus habituales retruécanos de coaching “Quiero agradecerles que crean en ustedes mismos, porque yo estoy acá porque creo en ustedes”.

A falta de marchas o consignas –como caracterizó el ex presidente Eduardo Duhalde, el PRO es un partido del siglo XXI– , el grito fue “Sí se puede” y “Sí se pudo”, tanto en la bancadas como en la plaza. El acto concluyó evocando los escenarios de la campaña macrista: se escuchó a Gilda, Macri bailó, cantó la vicepresidenta Marta Gabriela Michetti (¡lo que uno se entera en el juramento!), el jefe de Gabinete Marcos Peña y la gobernadora de Buenos Aires María Eugenia Vidal salieron al balcón –todo un signo de la actual estructura de poder del PRO– y la gente coreó la música y la letra del spot de campaña de Cambiemos.

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